IV. 14 de Enero de 2023

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Cuando cumplí 16 años conseguí dos cosas.

Una terapia de reemplazamiento hormonal y un trabajo en un supermercado de productos latinoamericanos.

Daniel es el hermano de un amigo muy querido de mi mamá y Victoria es sobrina de Daniel, es decir, la hija del amigo de mi mamá. Es un muchacho de treinta y cuatro años bastante carismático, simpático; uno de esos Millennials que estuvieron en Tumblr desde que se fundó, que salía de club en los 2000s y escuchaba rock alternativo en su departamento de Maracaibo en el que vivía con sus papás, con un cuarto lleno de pósters de bandas noventeras y videojuegos de play station 2. A diferencia de muchos adultos de su edad o contemporáneos, tiene un entendimiento muy claro de cómo es "la juventud de hoy en día" por lo que Daniel tiene un lugar especial en mi vida. Él me entiende. Es como mi mejor amigo después de Victoria; incluso, diría yo, a un nivel más allá que el de Victoria. Ya que al ser un hombre creo que nos entendemos mejor.

Victoria, por otro lado, es una muchacha hermosa con un carácter muy fuerte. Se viste siempre de moda, lleva las uñas largas y está toda maquillada. Está en el equipo de voleibol de la escuela y no sé cómo mierda hace para no romperse una uña, pero lo hace. Y lo hace genial. Y es una amiga bastante fiel e increíble.

Cuando me hacen bullying, ella me defiende más que nadie. Nunca creí que una media de red podía ser un arma si la llenabas con las suficientes piedras, pero lo sé gracias a ella.

Hoy tengo trabajo. O tenía. Ya que tengo que quedarme en casa para continuar el proyecto. Y Vicente todavía no ha llegado. Qué emocionante...

(...)

—¡Santi, ya está aquí tu amigo!

Cierro mi diario con fastidio y chasqueó la lengua para mí mismo.

«él no es mi amigo» pienso.

Lo primero que hago al salir de mi cuarto es dirigir mi mirada hacia la puerta de entrada, en la que está Vicente con su cabello recogido en una media cola baja. Lleva unos jeans normales con unas Jordan rojas y una camiseta blanca debajo de su chaqueta universitaria roja que llevaba también a la escuela de vez en cuando. No es muy nuevo, la verdad, excepto...

Dios ¿Eso es perfume? ¿Carolina Herrera?

En mi propia distracción no me había dado cuenta de que mi madre se había apurado a saludarlo antes que yo.

—Blah, blah... Se consiguió un nuevo salón en el que trabajar, blah blah... —Es lo único que percibe mi cerebro del diálogo de Vicente.

—¿En serio? Ay, dile que si necesita ayuda con la mudanza o algo que aquí estamos. Yo la puedo ayudar a acomodar las cosas y entre tú y Santiago pueden ayudar con las cajas y eso.

Hay algo bastante curioso acerca de la región de dónde vengo. Yo vengo de un estado al noroeste de Venezuela llamado El Zulia en el que el acento es totalmente diferente al de resto del país en muchos sentidos. Uno de ellos es el voseo, ergo, reemplazar el familiar "tú" con el "vos". La cosa es que un zuliano cambia el acento automáticamente cuando intenta emplear un tono más formal. Mi mamá hace eso con Vicente. Pero, conmigo...

—Ah pué', Santiago ¿Te váis a quedar ahí todo el día? Vení pa'cá, chico, y saludá al invitado. —Hace un ademán como que se va a ir, pero pausa y se vuelve nuevamente hacia mí—. Ve que vamos a ir a ayudar a Vicente y a su mamá con su mudanza. El sábado ¿'tái escuchando?

—Sí, mami, escuché. —Contesto a regañadientes.

—Ajá, dale. Los dejo solos. —Se vuelve hacia Vicente y sonríe—. Si necesitan algo me pueden llamar, yo estoy en la cocina.

El Diablo Where stories live. Discover now