Capítulo 3: Está bien sentirse así.

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Mientras el joven humano cerraba sus ojos, la monstruo los tenía más que solo abiertos. No podía dormir por alguna extraña razón. No importaba la posición en la que se acostase en su sofá, si se tapaba con sus mantas o si el cojín estuviese del lado frío o no; simplemente el sueño no tocaba su puerta. Con un pequeño gruñido de frustración, la joven se reincorporó al mismo tiempo que buscaba en la mesa central junto al sillón un vaso de agua que había dejado la noche anterior. La joven bebía la poca agua que le quedaba mientras estaba vestida con su pijama, un pantalón púrpura de un tipo de tela sweat junto con un top corto y gris. Aún sentía su boca seca, por lo que se levantó con su vasito en busca de agua fresca. Al levantarse y dirigirse con cierta lentitud a la cocina, se sirvió un poco de agua en el vaso de cristal antes mencionado y se asomó por el balcón.

Susie no tenía muchas aspiraciones o pasatiempos, ya que pasaba la mayor parte del tiempo o durmiendo o no haciendo prácticamente nada. Sin embargo, algo que solía disfrutar cuando podía, era pararse en su balcón y mirar el cielo estrellado. Hacía ya un tiempo desde que no lo hacía, y volver a contemplar las estrellas tan brillantes y únicas en el cielo le provocaba una sensación de calma y de tranquilidad que pocas veces llegaba a experimentar. Al tomar sorbos pequeños de agua mientras cerraba sus ojos, comenzó a divagar acerca del humano. Cuando lo vio por primera vez, con esa actitud y personalidad tan única que la caracterizaba en ese entonces, algo de él la molestaba. No sabía el qué, pero su sola presencia la fastidiaba. Y el día que cayeron juntos en el Mundo Oscuro, lo último que se imaginaría es que se volviesen amigos. Pero poco a poco, consiguió su amistad que tan valiosa era para ella ahora. No sabe si fue por su cambio de actitud o por alguna otra razón, pero el poder contar con él para lo que fuese, la reconfortaba de alguna manera.

Quizás el humano siempre fue así de amable con el resto y ella simplemente no se había dado cuenta antes. Pero tener a alguien, que genuinamente se preocupa de ti y de tus emociones, es una sensación maravillosa que ella parecía sentir siempre gracias al castaño. Sin darse cuenta, ahora tenía una sonrisa en su cara mientras pensaba en él. Pero cuando volvió en si misma, cubrió su cara con una de sus manos en vergüenza y escondiéndole a nadie, su pequeño sonrojo. -Ese idiota...- Pensó la monstruo en susurros mientras su cara se tornaba más oscura por el ligero rubor en sus mejillas. ¿Cómo era posible que se pusiese así solo por pensar en él? Tras terminar de pensar, concluyó en que no podría dormir esa noche, por lo que volvió adentro y decidió entretenerse por su cuenta. De todas formas, no había nadie más en su hogar más que ella. Tomó la pequeña laptop que tenía cerca y la encendió, buscando algunas páginas en las que pasar el rato hasta que, o le entrase el sueño o se hiciese de mañana.

Y así fue como las horas pasaron para la joven Susie. Mientras más se acercaba a las horas matutinas, mayor luz entraba a la sala principal, donde se encontraba ella con unas pequeñas pero visibles ojeras causadas por su desvelo y contacto con la luz que emitía la pantalla de su computadora. Al mismo tiempo que el Sol se asomaba lentamente por el lejano horizonte, la monstruo echaba un gran y largo bostezo que resonaba en todo el salón. Luego de esto, cerró su laptop y decidió levantarse mientras se servía desayuno con lo poco que había en su neverita. Un pequeño bol de cereales junto con un poco de leche la acompañaba mientras se sentaba en una mesa de madera para tres personas. Antes, esa mesa solía estar llena, pero esas dos personas faltantes ahora estaban lo suficientemente ocupadas para dejarla vivir por su propia cuenta. Enviándole algo de dinero con lo que pagar el departamento, sus necesidades básicas y algunas veces, cuando se sentían generosos, algo extra para ella. Aunque en su momento sí la hacía sentir mal el ver cómo vivían los demás con sus familias, ahora parecía no importarle, pues si había estado sola la mayor parte de su vida, ¿qué más daba ahora? Había hecho bastantes cosas por su cuenta y ella creía que podía con todo sola. Tras terminarse su desayuno, lo dejó todo en la cocina y limpió como pudo para ir a arreglarse; aún quedaba tiempo para llegar a clases, por lo que decidió tomarse su tiempo para alistarse e ir preparada a ver a su amigo.

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