Capítulo 3

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Me desperté a primera hora de la mañana, ansiosa por comenzar a entrenar con Fuegoleon para convertirme en caballero mágico de los Leones Carmesí. Fuegoleon me había dicho cuando llegué a casa ayer, que era mi decisión decidir a qué orden entrar, y que él me apoyaría tomara el camino que tomase. La verdad no me lo he pensado mucho, porque desde siempre quise apoyar a mis hermanos, y todos pertenecen a la orden de Fuegoleon. Además, estaba el hecho de que tenemos magia de fuego, ¡podríamos ser un equipo perfecto! Y eso me emocionaba.

Me levanté de la cama un tanto impaciente, sacándome mi camisón de dormir, entré al baño para asearme y cuando estuve frente al espejo observé mi rostro. Mis cabellos de color naranja pálido estaban apuntando en ambas direcciones, y como me llegaba hasta los hombros, siempre lo llevaba suelto o sujeto en la parte izquierda con un pasador de cabello. Mis ojos color avellana expresaban una emoción incontenible. ¿Debería cambiar de look a uno más atrevido? ¿O tal vez verme como una guerrera a punto de salir a la batalla? Negué con la cabeza. Mejor algo sencillo.

Una vez estuve lista, me puse ropa cómoda para entrenar. A diferencia de mis hermanos que siempre andaban con su uniforme característico de la orden, yo vestía con ropa diferente, pero sí mantenía los tonos de la orden de Fuegoleon. Pero esta vez...me puse una camiseta negra y encima una chaquetilla del mismo color con unos bordados rojos y una joya roja que cruzaban hasta llegar al centro de mi pecho. Tenía unos patrones dorados con forma de gruesas raíces. Así me sentía mucho mejor.

Sonreí alegre y salí a encontrarme con mis hermanos.

—¡Hola Elvira! —saludé a la cocinera cuando me la topé en el camino.

—Señorita Azuh, ¿a qué se debe su alegría? —la ayudé a cargar las bolsas que llevaba hacia la cocina.

—¡Seré caballero mágico Elvira! Estoy muy feliz.

—Me alegro mucho señorita, mi señor Fuegoleon debe de estar contento.

—No más que yo —dije—. Estas bolsas pesan mucho Elv, deberías pedir ayuda —le reprendí.

—Se-señorita, ya le he dicho que no me llame así por los pasillos, podrían escucharla y regañarla —susurró asustada.

—¿Mis tíos? —reí—. Mis tíos sólo se preocupan de tomar el té, Elv —rodee los ojos—. Desde que pudieron jubilarse, toda la carga está sobre los hombros de Fuegoleon, él es el que en verdad me asusta.

—Pero el señorito la consiente mucho, nunca se enojaría con usted.

—¿Ah si? —dije con una voz fingida de inocencia—. Por qué será...

—Gracias por acompañarme señorita Azuh, será una valiente caballero mágico, ¡le deseo lo mejor!

—Gracias Elv, por eso eres mi favorita —le di un golpecito suave en su hombro—. Nos vemos, no quiero llegar tarde.

Quería estar en la zona de entrenamiento antes que Fuegoleon, pero como siempre, no se hacía esperar y estaba de brazos cruzados observando cada uno de mis pasos mientras me acercaba.

—Llegas a tiempo, me sorprende —comentó Fuegoleon, observándome con seriedad.

Bueno, reconozco que suelo retrasarme de vez en cuando... o me quedo dormida o bueno, algo surge en el camino.

—Debo demostrar que me estoy tomando completamente en serio todo esto —busqué a Leopold —. No veo a Leopold.

—No vendrá —dijo—. Lo envié a la base.

—¿Por qué? Tenía muchas ganas de pelear con él —admití triste.

Cuando estaba sola con mis hermanos, me sentía libre, podía expresar y hablar de lo que quisiera, y en la zona de entrenamiento, solo teníamos permitido entrar nosotros.

Entre Vientos Gélidos y Llamas Cautivas | Nozel Silva [Black Clover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora