Capítulo 1

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Había pasado cinco años desde que recibí mi grimorio. Con el tiempo había perfeccionado algunos hechizos y desarrollado un mayor control sobre mi magia. Mi vida no había cambiado mucho desde entonces, a pesar de haber dejado atrás la inocencia de la niñez y de que mi rostro ya no reflejaba la mirada de una chica de quince años, si no que de veinte años. Mi personalidad introvertida frente a los desconocidos seguía siendo la misma. Mis hermanos se sumergían en misiones asignadas por el Rey Mago, Julius Novachrono. Fuegoleon seguía siendo capitán de los Leones Carmesí, Mereoleona estaba fuera de la región perfeccionando su maná y Leopold entrenaba todos los días como caballero mágico de la orden de Fuegoleon. Yo me había convertido en algo así como la mano derecha de Fuegoleon, colaborando con la organización de su orden. Sin embargo, aún no pertenecía a la orden de los Leones Carmesí. La duda sobre unirme a una orden de caballeros mágicos persistía, tal vez influida por la incertidumbre que me suscitaba el hecho de que mis padres hubieran perdido la vida defendiendo al reino hace muchos años atrás. Aún así, los deseos de defender a los más débiles en el reino, independientemente de su posición social, me impulsaban a considerar seriamente la opción.

Y luego estaba Nozel Silva. Hace cinco años, cuando lo vi por primera vez, mi hermano Fuegoleon me contó sobre él: el capitán de la orden de las Águilas Plateadas y heredero de la Casa Silva. A veces me odiaba a mi misma por sentir esto que siento por él. Nozel es conocido por su elegancia y habilidades mágicas centradas en el control de mercurio. Su presencia, aunque serena, lleva consigo un aura de autoridad que comanda respeto. Nozel es frío, distante y no se mezcla con los plebeyos. En las pocas ocasiones que lo encontré mientras acompañaba a Fuegoleon a dejar sus reportes al Palacio del Trébol Dorado, ni siquiera me dirigía una mirada, asumiendo que yo era simplemente una sirvienta de la realeza. Y yo, por alguna razón, no me había esforzado en contradecir esa percepción. Vestía ropas normales y llevaba un distintivo en mi vestido que indicaba mi conexión con la Casa Vermillion, pero no revelaba más.

Era por eso que, en ocasiones, lo odiaba. La distancia que él mantenía y la frialdad que lo envolvía me hacían preguntarme si mi atracción hacia él era más una maldición que una bendición. Aun así, la llama de ese sentimiento seguía ardiendo, y enfrentarme a él, y a mis propios conflictos internos, se volvía cada día más inevitable. Pero quería que se fijara en mí, que sus ojos color violeta pálido me observaran aunque fuera solo una vez, y eso me llevaba a odiarme aún más. Hasta la fecha, Nozel permanecía soltero, y la presión de asegurar la continuidad de su linaje lo obligaría eventualmente a casarse con alguien de la realeza. Esa realidad era una de las razones por las que creía que él nunca se fijaría en alguien como yo. Aunque pertenecía a la nobleza, no me veía a la altura de una mujer destinada a convertirse en su esposa.

Un suspiro escapó de mis labios mientras contemplaba la complicada telaraña de mis sentimientos. Quizá lo mejor sería dejar de lado estas emociones, enterrarlas profundamente. La culpa se adueñaba de mí al atribuir estos conflictos internos a mi falta de experiencia en asuntos románticos. Nunca había estado con ningún chico en toda mi vida, en parte por mi timidez y, en parte, porque la mayor parte de mi tiempo la dedicaba a ayudar en el castillo.

El crepúsculo teñía el cielo con tonos cálidos mientras mis pensamientos daban vueltas en mi mente. El sonido lejano de la actividad en el castillo se desvanecía, dejándome a solas con la complejidad de mis emociones. ¿Sería posible ignorar estos sentimientos y continuar como si no existieran?

La noche caía sobre el castillo, y la luna iluminaba con suavidad los caminos que ya conocía de memoria. Mientras caminaba hacia mis aposentos, recordé de repente que me había olvidado unos documentos importantes en la base de los Leones Carmesí. Un suspiro escapó de mis labios, y decidí regresar para recuperarlos antes de que fuera demasiado tarde. A pesar de que se ubicaba en la Región Noble, debía atravesar la ciudad que se encontraba más abajo. En el camino, me distraje con los puestos de vendedores nocturnos que se encontraban en la plaza central. Había uno en particular que vendía unos deliciosos dulces de frambuesa. Luego de comprarlos, emprendí mi viaje nuevamente, disfrutando de la deliciosa salsa que se escurría entre mis labios.

Entre Vientos Gélidos y Llamas Cautivas | Nozel Silva [Black Clover]Where stories live. Discover now