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Febrero, 2006









– Sabes, no puedo con la duda. – El doctor Sato se sentó a mi lado – Últimamente andas mucho por aquí, antes casi ni te veía, ¿sucedió algo? – Preguntó mientras tomaba de su café – No es que sea chismoso ni mucho menos, es por preocupación. –

– Mira tú, que preocupado estas por mí. – Le sonreí para luego volver mi atención en los papeles que estaba leyendo, cosas del hospital – Tienes razón, estoy más tiempo aquí desde hace un mes... es porque te extrañaba. – Hice un puchero, para recibir un golpecito en mi frente.

– No te culpo, ¿quién podría vivir sin mí? – Acomodó su cabello hacia atrás – Pero ya dime, ¿no vendrá tu novio?, no lo he visto hace días... no me digas, ¿ya terminaron? – Llevó sus manos a su rostro – Tus relaciones duran menos que las mías. –

– No hemos terminado... solo ha estado más ocupado, y está bien, él tiene sus cosas y no quiero asfixiarlo – Le entregué las hoja que antes analizaba – Eso está bien, creo que ya terminé por hoy. –

Los recibió de mala gana – Pero no te vayas aún, me quedan otros papeles, tienes mucho trabajo. – Sacó otros y los dejó en la mesa – Entiendo que tu novio tenga cosas que hacer, con solo conocerlo ya debo imaginar... pero ¿y tus amigas?, salías muy seguido con ellas, ¿no? –

Sonreí un poco incómoda – Lo sé... supongo que ellas también tienen cosas que hacer. – Lo miré para sonreír de una forma más natural – Estuve sola mucho tiempo, no es como que me deprima por volver a estarlo. –

Sí, no debería afectarme ese tipo de cosas. Rindou estaba un poco más ausente, pero siempre se mantenía en contacto o iba a visitarme para luego volver a lo que sea que tuviera que hacer. Por un momento llegué a creer que me estaba engañando, pero sobrepensar en eso me estaba afectando, así que lo dejé de lado.

Por otro lado, desde un día al otro, comencé a perder comunicación con Emma y Hinata. Comenzó en juntas fallidas en las que cancelaban, ahora, casi ya no logro contactarlas. Tardan tiempo en responder mis mensajes y casi siempre desvían el tema cuando les pregunto si sucede algo.

Parece que mi deseo de año nuevo se convirtió en una maldición.

– No estás sola... nunca voy a dejarte sola. – Su mano estaba en mi espalda, dándome unos pequeños golpecitos – Pero, necesito que lleves esto a urgencias. – Me entregó un montón de papeles – Yo no puedo porque tengo una cirugía en unos minutos, no alcanzo. – Se levantó y nuevamente se dirigió a mí – Entrégaselo a la dra. Kei y dale saludos de mi parte. – Corrió por el pasillo como si su vida dependiera de ello.

Era un idiota, pero tenía razón. Luego de ser abandonada por mi madre, mis abuelos me traían diario al hospital. Ahí fue donde lo conocí, aquella vez cuando me perdí en el pasillo mientras trataba de buscar la oficina de mis abuelos. Recuerdo perfectamente aquella situación, él recién había egresado de medicina cuando lo vi, me dio una galleta y limpió mis lágrimas, para mí, era el hombre más increíble y hermoso del mundo... hasta que crecí. Ya después se dedicaba a solo molestarme siempre que podía, pero estuvo conmigo, incluso se convirtió en mi tutor luego de que se desarrollara la enfermedad de la abuela.

No me gustaba venir a urgencias, personas de aquí para allá, los gritos y llantos me desesperaban, no podía con el desorden. Pregunté en el mesón de enfermeras por la dra. Kei, quienes me señalaron que estaba atendiendo a un paciente. Dejé los papeles en el mesón y me dirigí hacia ella para decirle sobre el recado.

– Hola dra. Kei, el dr. Sato me pidió que le trajera unos papeles, los dejé en el mesón para que pueda revisarlos después. –

Ella se dio vuelta para observarme con una cálida sonrisa – Muchas gracias, querida, cuando vea al dr. Sato voy a golpearlo por tenerte de mandados. –

Siempre tan amorosa, por eso me agrada tanto, no sé porqué esos dos no se besan de una buena vez.

Sonreí para luego mirar al chico de cabello lila que estaba con una herida en la cabeza que sangraba. Lo conocía, recordaba haberlo visto, pero no sabía de dónde.

Él también me reconoció, pero desvió su mirada en seguida.

¿Qué le pasaba a esta gente?

Ahora que prestaba más atención, no era el único adolescente en la sala de urgencias... sí que había varios, ¿podrían ser de alguna pandilla? Aunque ninguno llevaba un uniforme, ¿cómo saberlo?

Volví a "mi oficina", y sí, entre comillas porque no es mía, si no de mi abuela, pero debido a las circunstancias ella no la puede usar, así que el dr. Sato la adecuó para mí.

Me agaché para tomar unos papeles en el suelo, y mientras me levantaba choqué con la punta del escritorio. Me sobé la cabeza y a la vez me quejaba en voz baja.

– Que estúpida. – Y lo recordé – Oh, es el chico del pañuelo, él estaba la noche que apuñalaron al novio de Emma, ¿no? – Sí, no había duda.

Salí rápidamente de la oficina y caminé rápidamente hasta urgencias para encontrarlo, quizás él podría darme información sobre Emma, eso esperaba.

Pero ya no estaba allí, se había ido.

Continué observando cerca de allí, tal vez aún estaba en el estacionamiento.

– Vamos, Takemichi-kun, debes verte esas heridas. –

– Estoy bien, Hina, he recibido peores. –

¿Hina?

Giré mi cuerpo para identificar a los dueños de esas voces, y ahí estaba ella. Aún no me veía ya que estaba de espaldas.

Sonreí al verla, aunque me sentía mal al ver las heridas de su novio, sí que le habían dado una paliza, ¿qué clase de matones harían eso?

– Hina-chan, por fin te encuentro. – Le hablé no tan fuerte, solo lo suficiente para que ella me viera, aunque gané la atención de muchos allí, incluido el personal del hospital. Agité mi mano en forma de saludo.

Ella se volteó con lentitud, para solo inclinarse un poco en forma de saludo y volver hacia su novio – Vamos a otro hospital, Takemichi-kun. –

¿Qué?

¿Qué estaba pasando?

Observé a mi alrededor, todos me estaban mirando ¿o eso creía?

Bajé mi mano con una vergüenza insoportable. Podía sentir como se aguaban mis ojos.

Caminé con la cabeza agachada hasta estar lejos de urgencias y me dirigí a los baños más cercanos que tuviera, para luego encerrarme allí.

Me repetía a mí misma.

¿Qué está mal?

¿Qué está mal conmigo?

Cubrí mi boca con mi mano cuando sentí como mis mejillas se empapaban con mis lágrimas. 









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¡Hola! ¿Cómo están?
Aquí, un nuevo capítulo
No me fijé por las faltas de ortografía jiji ❤️‍🩹🫶🏻

¿Han visto Daily Dose of Sunshine? 

Para que se hagan una idea, el dr. Sato tiene la misma personalidad que el dr. Dong Go-geun






ᴇɴᴄʜᴀɴᴛᴇᴅ   ~    ʀɪɴᴅᴏᴜ ʜᴀɪᴛᴀɴɪWhere stories live. Discover now