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Primera clase del día y ya estaba con dificultades. ________ trataba de concentrarse en lo que el profesor explicaba sobre la asignatura, pero cierta persona fuera del salón de clases la distraía.

Milagro para ambos fue que sonara la campana.

La chica salió rápidamente de su salón y caminó hacia el rubio, quien tenía su espalda apoyada en la muralla – Lograste que mi atención se esfumara. – Se paró a su lado.

- Solo hice que te centraras en lo más importante. – Se señaló a si mismo.

Ella negó con una sonrisa en su rostro – Sí, como digas, ¿hay algo que quieras decirme como para venir hasta mi salón? –

- De hecho sí, hay algo que quisiera decirte. – Pasó su brazo por el hombro de la contraria – Vamos afuera, quiero un poco de aire. –

- Creí haber visto a tus compañeros con el uniforme de educación física, ¿por qué no lo traes? –

- Digamos que no me gusta sudar en la academia, prefiero ejercitarme en un gimnasio o en mi casa... en mi cama. – Elevó sus cejas repetidamente, con la intención de coquetear.

Frunció el ceño – Dí la verdad, se te olvidó el uniforme. –

- Bueno sí. – Subió sus hombros – Como sea, eso no es lo más importante. – Caminaron por el patio de la academia y tomaron asiento en uno de los bancos más alejados – Voy a desaparecer por un tiempo. –

Eso la tomó por sorpresa – ¿A qué te refieres con desaparecer? – La sonrisa que tenía comenzó a esfumarse – ¿Dejarás de venir a clases? –

Asintió – Tengo algunas cosas que hacer, así que no estaré aquí por un tiempo. –

Desvió su mirada, observando sus dedos – Entiendo... lástima, ya me había acostumbrado a tenerte como una piedra en mis zapatos. –

- Oye. – Le dio un suave cabezazo – Amas tenerme a tu lado, solo admítelo. – Cruzó sus brazos y dejó caer su cabeza por el respaldo de la banca.

- Tienes razón. – Susurró – No tendré a nadie con quien compartir los chismes de aquí. – Observó las facciones del más alto, como los mechones ocultaban algunas partes de su rostro – Pero bueno, tú te lo pierdes. –

- No me voy a ir para siempre, volveré a molestarte todos los días, ya lo verás. – Se reincorporó y pellizcó una de las mejillas de la contraria.

Sobó su mejilla con suavidad – Como digas, aunque no puedo aguantar la curiosidad. – Lo miró directamente – ¿Qué debes hacer como para desaparecer? –

La observó por unos segundos, se mantuvo en silencio, nuevamente dudaba si sería una buena idea en comentarle lo que él hacía, y le sorprendía el hecho de que ella aún no se enterara por otras personas de ello. Acercó una de sus manos al rostro de la chica y acomodó alguno de los mechones detrás de su oreja – Si te lo dijera, ¿seguirías a mi lado? –

Las mejillas de la contraria se tornaron rojizas de inmediato, su voz sonaba tan seria que incluso sintió algunas palpitaciones – ¿Por qué no lo haría?, ¿qué hay de malo con eso? – Puso su mano sobre la de él.

El timbre sonó, indicando la entrada a los salones – Quiero que te quedes con esta versión de mí. – Se levantó de la banca al ver como su hermano le realizaba una seña a lo lejos. Metió su mano en el bolsillo de su pantalón y sacó de allí un trozo de papel – Es mi número... si me necesitas, llámame, e iré por ti. – Lo dejó sobre sus piernas – Cuídate, cabezona. – Se dirigió de inmediato hacia el chico de trenzas.

ᴇɴᴄʜᴀɴᴛᴇᴅ   ~    ʀɪɴᴅᴏᴜ ʜᴀɪᴛᴀɴɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora