Prólogo.

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Las nubes grises, casi negras, cubrían el cielo. Una gran tormenta parecía avecinarse. El verano estaba terminando, pero, de repente, hacía tanto frío como si fuera pleno invierno. El aire estaba denso y había una especie de neblina que no dejaba ver mucho más allá de la puerta de la casa. Se sentía algo raro en el aire, como si todo estuviera a punto de cambiar, como si a partir de esa tormenta fuera el fin de una etapa y el comienzo de otra. Era una mezcla de sentimientos rarísima de la que nadie se atrevía a hablar. Hacia una semana que el clima había estado así, y no parecía cambiar pronto. Los meteorólogos se preguntaban a que se debía dicho fenómeno, ya que en ninguna investigación habían detectado esta futura tormenta. Seguían sin encontrar una respuesta, al menos una repuesta que podían explicar mediante la ciencia. Ni siquiera podían explicar por qué no llovía, ya que con la densidad de esas nubes y el estado del tiempo, tendría que haber llovido hacía al menos tres días.

-Tranquila, detrás de las nubes el cielo es siempre azul.-le decía Nico con una sonrisa a su pequeña hija, que señalaba asustada a las nubes que veía a través de la ventana.

-Ojala esas nubes se fueran rápido, esto no me gusta nada Nico.-le dijo Cielo, preocupada.-Encima ni siquiera llueve. Siento que si lloviera al menos se iría esta densidad que se siente y la angustia que siento en el pecho.

-No va a pasar nada, mi amor. Seguramente pronto se pondrá mejor. Será un cambio en el clima por la contaminación.

-Espero que tengas razón. Siento que esto es mi culpa, siento que no estoy cumpliendo mi misión.

-Cielo-dijo Nico, mientras se apartaba de la ventana con Esperanza en sus brazos.-Va a estar todo bien. Tu misión va bien, juntos vamos a cumplirla.-Luego le dio un pequeño beso para tranquilizarla.

-Voy a ver a Paz, a ver si ya se despertó.-le dijo Cielo y subió las escaleras hasta su pieza en el altillo. Al abrir la puerta encontró a alguien más junto a Paz.-Qué haces acá?

-Que buena forma de recibirme. Inchausti tenías que ser! No te pone contenta verme?

-Si estás acá es porque me tenes que decir algo importante. Y con el clima así, pienso que no es nada bueno.-dijo Cielo mientras entraba a la habitación y se acercaba a ver a su hija que aún dormía.

-Por qué? No puedo traer un poco de felicidad? Está bien que mi apellido es Bedoya Agüero, pero eso no significa que sea un pájaro de mal agüero-dijo riendo.

-Cállate que vas a despertar a Paz! Déjate de dar vueltas y decime lo que me venís a decir.

-Antes eras más....gamba, ay odio decir esa palabra! Pero antes eras más gamba, Cielo, qué te paso?

-Está tormenta me pasa Tic Tac! Sé que no es bueno, y que estés acá me lo confirma. Sentate y hablemos de una vez.-dijo Cielo exasperada.

-No hay tiempo.

-No me empieces a enroscar con todo eso del no hay tiempo y que pasado, presente y futuro es lo mismo y todo ese piripipi. Eso ya lo sé, quiero saber que está pasando ahora.-dijo mientras se sentaba en su cama.

-No Cielo, esta vez realmente no hay tiempo.-Tic Tac se sentó en la silla enfrente de Cielo y empezó a hablar.-El tiempo se acaba para Eudamon y debemos actuar.

-Es por mi misión, no? Estoy fallando?

-No, no es eso. Vos sos un ángel de Eudamon, una mensajera de la felicidad, tu misión es ayudar a otras almas que andan pérdidas a encontrar el camino correcto, y lo estás logrando. No desconfíes de vos misma porque entonces en vez de tener un problema, tendríamos dos.

-Y entonces qué pasa?

-Es sobre los guardianes, el tiempo se acaba.

Casi Ángeles 5: Un nuevo mundo.Where stories live. Discover now