Capítulo 1

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En ese preciso momento, Ohm acababa de demostrar que era un criminal poco corriente. Mientras se recuperaba de una violenta paliza propinada por otros presos que envidiaban su popularidad, había arriesgado su propia vida para rescatar a un funcionario de un incendio en el hospital de la cárcel. Se hizo un documental televisivo cuestionando su culpabilidad, y el programa generó un gran interés en su causa que le fue muy favorable. Cuando dieciocho meses atrás Tessari había muerto después de reconocer a Ohm como su hijo y de dejarle todos sus bienes en un intento de limpiar su conciencia, Ohm se había convertido en un hombre extremadamente rico.

Ni una sola vez durante los años de cárcel el conde había visitado a su hijo o había intentado ponerse en contacto con él. Además, Félix había tenido que usar todos los argumentos posibles para convencer a su orgulloso cliente de que no podía permitirse rechazar esa herencia si quería su libertad.

— Gracias por todo lo que has hecho — dijo Ohm con sinceridad mientras se despedía de Félix Carrington con un firme apretón de manos. — Estaremos en contacto.

¿Una copa de vino y algún amante? Eso no tenía sentido. ¿A quién había querido impresionar?, se preguntó Ohm mientras se metía en la limusina que lo estaba esperando. Sonrió amargamente sintiendo rabia por todo lo que había tenido que aguantar. Era como si toda su vida hubiera tenido que luchar para que los demás lo valoraran.

— ¿Por qué te esfuerzas tanto en la escuela? Eso no te llevará a ningún lado... Eres el hijo bastardo de Stephanella da Thitiwat y todo el mundo te lo va a recordar. No llames la atención, compórtate como los otros niños — le había dicho su difunta madre con ansiedad, intentando comprender a un chico de doce años que se preocupaba por cosas que a ella nunca le habían interesado.

Desde entonces Ohm había seguido su propio camino, y sabía que no saborearía el Brunello Reserva, ese estupendo vino de las colinas toscanas de su niñez, hasta que hubiera solucionado varios problemas y se sintiera satisfecho. Primero, lo referente a la familia Natouch. 

Él era el único que no pertenecía a la familia y la única persona prescindible, y habían hecho de él un cabeza de turco. A cambio, él había arruinado la cadena de almacenes de vinos en la que se basaba la fortuna familiar. En realidad, el proceso había comenzado más de un año antes, y sólo Rochelle había salido indemne. Para reconocer los esfuerzos que Rochelle había hecho para reparar los daños, él estaba dispuesto a recompensarle. Y además estaba el hermanastro pequeño de Rochelle, Fluke Natouch.

Al pensar en su antiguo prometido, Ohm sonrió con dureza y sus facciones se acentuaron. Él había despertado los instintos protectores de Ohm y él se había convencido a sí mismo de que ofrecerle cualquier otra cosa que no fuera el matrimonio sería un insulto. Pero cuando los Natouch lo eligieron como chivo expiatorio, Fluke debía de haber estado enterado de todo. ¡Por supuesto que él sabía que le habían tendido una trampa! ¿Por qué si no había roto su compromiso sin dar una explicación satisfactoria el día anterior a su arresto? Lo que sentía por él le había costado muy caro, y era un error que no volvería a cometer con nadie.

Fluke lo había traicionado por completo.

¿Venganza? No, no hacía falta hacer un drama. Aunque sentía deseos de dejar que sus genes sicilianos lo llevaran hacia el placer de la venganza, Ohm era un hombre sofisticado. Para asegurarse la justicia que ansiaba, cada paso que había dado y que daría en el futuro seguiría siendo formal y ético. Su abuelo materno habría abandonado Sicilia en circunstancias parecidas, pero Ohm era un hombre más instruido y mucho más inteligente. Pero aun así, deseaba ver sufrir a sus víctimas.

— No deberías pensar en los Natouch — dijo en italiano la morena delgada que se sentaba a su lado. — Este es un día muy especial... ¡Vívelo, Ohm!

Un ángel con deseo de venganza   (4° Historia enlazada Con Algo más que deseo)Where stories live. Discover now