Capítulo 12

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Nuevo Espacio

Los aplausos, el sonido feroz del jubilo, ¿es así como se siente?

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Los aplausos, el sonido feroz del jubilo, ¿es así como se siente?

¿Así se siente hacer las cosas bien?

Los telones se cierran, las luces se atenúan, las porras continúan y todos se me abalanzan para abrazarme. Steve corre esquivando a los demás, su sonrisa es tan grande como la mía, en un segundo sus manos acunan mi rostro y me estampa un beso en los labios. Repite el beso, pero esta vez no pone pausa. Está todo bien.

Es como volar.

Abro los ojos y saludo al sol que me divisa por la ventana del camper de Paulo, el cual, se fue junto a Steve para estar al pendiente de Eugenia. Reviso la hora y un siete con dos ceros me sorprende. Es algo temprano, pero lo justo, pues considero levantarme. Me dirijo al baño para cambiar mis ropas y lavar de nuevo mi rostro. Hace frio, me encimo el abrigo de Steve y antes de salir le echo una mirada a la peluca. Sonrío y salgo del camper rumbo a los interiores del teatro.

Se ve que hubo gente, gente que se la pasó bien, gente que disfrutó del debut tanto como yo. Andaría rápido por ahí, rumbo a los camerinos para tomar mi billetera e irme al hospital y cambiar a Paulo para que haga las cuentas generales del evento de ayer. Mis pasos resuenan en el pasillo tenebrosamente, me río solo y cuando me giro hacia los camerinos, dos grandes estruendos de la puerta principal me aturden.

Me vuelvo hacia el sonido, la madera cruje suavemente y yo tomo un retorno para saber quién ha llamado al teatro. Mis pies se aceleran sin yo considerarlo necesario, el pelo me cae por todo el rostro elegantemente. Camino en medio de escenario hasta la recepción y abro las pesadas puertas para solo encontrarme con un arreglo floral de incontables rosas rojas.

Frunzo el ceño, mi cuerpo se acerca indeciso al montonal de rosas. Intento avistar alguna nota, la hay. Escaneo los alrededores y pienso que es seguro que tome el arreglo. Cierro las puertas de dos patadas.

Me siento en la entrada de recepción con las rosas entre mis piernas, me parecen hermosas y tomo la dedicatoria del papel. Mis mejillas arden cuando leo: "Para la actriz de las camelias".

Pienso en Steve, pero hay una L al final.

No me cabe en la cabeza esto. Pienso en todas las posibilidades, en todos los nombres, ninguno encaja.

¿L de quién?

Recuerdo que tengo cosas que hacer y dejo de sobre pensar para luego llevarme el arreglo a los camerinos, tomar unas cosas mías e irme al hospital.

Eugenia sufrió de una severa descompensación. Paulo decidió irse para descansar un rato y Steve insistió en quedarse a mi lado, aunque le rogué de una y mil maneras que se tomara un reposo también. No me hizo caso.

Entré a la habitación donde Eugenia yacía adormilada, estaba conectada a un suero que le proveería de los nutrientes suficientes y de los cuales carecía. Se miraba realmente fatal. Todos estábamos tan abrumados con el evento que no nos percatamos de la situación de Eu. Me senté a su lado, recordé de los contado por Paulo, pues Eu le confeso algunos trucos que había utilizado. Se me achico el corazón.

El Gran Varón ||R u s m e x||Место, где живут истории. Откройте их для себя