Capitulo 9

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El Gringo.

He de confesar que emborracharme no era lo mío

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He de confesar que emborracharme no era lo mío. Sí conocía los bares era por mi padre, el me llevaba cada que un buen negocio se concluía. Se me quedó el hábito de querer ir cuando me sentía monótono. Pero este bar era muy diferente a lo que había visto.

No tuvimos problemas al ingresar, de inmediato percibí un aroma a frutas tropicales y me di cuenta de que Paulo era muy conocido en ese sitio. El lugar estaba únicamente iluminado por luces de colores. Las personas bailaban felices, muy pegados entre sí, hasta hombres. Eso sí me sacó los ojos de las órbitas, nunca había visto a tantos tipos estar muy íntimos. Los catalogue como hippies, de los que no se ofenden y les importa un cacahuate lo que pienses de ellos. Seguí a Paulo sin separarme mucho, el ruido no me permitía hablarle. Era un niño siguiendo a su madre en parque grande.

A lo largo del recorrido percibí olores de hierbabuena y olor a cigarrillo – o eso creí-. Después de unos minutos uno que otro tipo se volvía a mí y me sonreía. Les saludaba de regreso por cortesía y educación. Llegué con Paulo a la barra y me indicó un asiento. Esto no era para nada un bar.

En dado caso, que bar tan moderno. Con dieciocho años, era inocente. Paulo se volvió a mi ya sentado y me habló casi gritando.

— ¡¿Te gusta Parce?!

— ¡Casi no te escucho ni madres!

Se carcajeó y le pidió algo al barténder. Supuse que escogió por los dos.

— ¡¿Cómo ves el ambiente?!

Hice una mueca y le puse más atención a mi alrededor. Muchas cosas pudieron sorprender a mis ojos, como el polvo que un grupito se turnaba a para inhalar, lo divertidos que se miraban otros con brownies en las manos e incluso, las extrañas vestimentas que algunos cargaban, plumas, telas brillantes y rosadas. Pero, que mejor que mirar a un par de hombres dándose besos y repartiendo caricias en sus cuerpos.

Me volví Paulo con los ojos bien abiertos. Me sentí enrojecer.

— ¿Qué tipo de bar es este?

— No es un bar—se rió—. Es un antro gay.

— ¿Qué?

— ¡Qué!

— ¡Que es un antro Gay!

— ¡No! ¡¿Qué es Gay?!

Paulo casi escupe su trago en mi rostro. Se giró y tosió para volverse a mi. Se miraba culpable, consternado.

— ¡¿No sabes que es ser Gay?!

— ¡No pregunto cosas que sé!

— ¡Carajo!

Arremetió agresivamente contra su silla. Miró hacia todos lados y me hizo una seña para que lo siguiera. Asentí y me bajé del banco. Se me hizo raro que ahora sacase el pecho, tenía arrugado el entrecejo, caminaba a la defensiva, como si los individuos a nuestro alrededor nos fuesen a atacar. Dimos la vuelta hacia un pasillo vacío y privado. Me miró por el rabillo.

El Gran Varón ||R u s m e x||Where stories live. Discover now