Capítulo 1

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Nació Simón.

Alguna vez hojee las páginas de un libro que en su basta escritura, una generosa parte de sus páginas y recintos hacían hincapié en que cada uno de nosotros tuvo en sus manos la oportunidad de escoger a sus padres antes de venir al mundo con un pr...

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Alguna vez hojee las páginas de un libro que en su basta escritura, una generosa parte de sus páginas y recintos hacían hincapié en que cada uno de nosotros tuvo en sus manos la oportunidad de escoger a sus padres antes de venir al mundo con un propósito en específico. Era así como cada línea imaginaria del universo atravesaba caminos para hacer ese dictamen posible. Los padres les enseñan lo que saben de la vida a sus hijos, pero los hijos les enseñan a los padres a aceptar lo desconocido.

Es por ello que se aprende a ser padre después de haberlo sido.

—Verano 1956—

En la cama de un hospital, a las 9:43 de la mañana, los lloriqueos vivamente prematuros anunciaban el nacimiento de un nuevo ser.

—¿Qué es? —preguntaba el padre al doctor cuando lo vio salir de la sala de operaciones.

El doctor se quitó el cubrebocas y guantes, y con una sincera sonrisa le respondió.

—Es varón, Don Andrés. Felicidades.

Nació Simón.

Los ojos del padre centelleaban de emoción. Estrechó la mano del doctor fuertemente para después pasar a la habitación donde se encontraría con su querido hijo y su mujer. Como no  estar emocionado si después de tener tres hijas, al fin disfrutaría de educar a un niño para que fuese el hombre perfecto, un varón inteligente y tenaz del que estaría futuramente orgulloso.

—Aguarda mujer—auxiliaba Andrés a su esposa, Quetzalli, que intentaba cargar una maleta trayendo a su hijo en brazos. —No hagas esfuerzos, tienes a Simón en el regazo.

—El señor tiene razón— se sumó uno de sus fieles servidores que acarreaba con dos maletines—. Iré a decirles a todos que los patrones llegaron, ahoritita mando a Fidel para que meta la camioneta al patio trasero.

—Por favor. —autorizó Andrés sujetando la espalda de su esposa con una mano después de cerrar las puertas de la camioneta— ¿Dónde están las niñas?

—En la sala de la casa principal. Están requete emocionadas, Felicia las ayudo a arreglarse.

— Ay, mis niñas. —se regocijo Quetzalli queriendo apresurar el paso—Ya las quiero ver.

Era en los campos abiertos de la sierra caliente de Catalán, donde la cotizada hacienda de los Alcocer se encontraba. Todo el pueblo estaba enterado de que la mujer del señor Alcocer no le había podido dar un niño varón, e incluso, se rumoreaba que Don Andrés planeaba divorciarse y buscar otra mujer para obtener un heredero masculino, un macho. Pero contrario a todos los pronósticos divulgados en los vientos de la sierra, había nacido Simón.

En la recámara del matrimonio, yacían todas las hijas Alcocer alrededor de su madre con el recién nacido en el regazo, que dormía plácidamente con un aliento ensoñado.

El Gran Varón ||R u s m e x||Where stories live. Discover now