Capítulo 4

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Como Tu Papá.


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Dicen que la noche es el mejor momento del día para tomar verdades de las personas

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Dicen que la noche es el mejor momento del día para tomar verdades de las personas. Nos sinceramos y decimos cosas que tal vez no imaginábamos confesar. Muchos otros dicen que un abrazo es la mejor forma de conectar.

Simón se sinceró y Paula conectó con él, pues cayó en cuenta de que no entendía a Simón como ella pensaba; y su hermano menor no se ofendió por ello. El sí que sabía que Paula no era ajena a su cuerpo como él y aun así ella lo arropó, formaba ahora parte de su "secreto".

Sin en cambio, ¿Quién era el en realidad? Se sentía seguro con Paula, pero, él no era su nombre, él no era su apellido.

¿Qué había en su cabeza? ¿Cuál era la esencia de su ser?

No recuerdo el momento en el que me sentí extraño, no solo en el mundo, no solo en mi familia. Me sentí extraño conmigo un tiempo después de la noción. En ese momento no sabía lo que era yo y desconozco el adjetivo correcto para describirme.

Mi padre me consideraba raro, mi madre solía decirme que era algo diferente, un niño especial. Paula era más genuina, no intentaba hacerme sentir bien con halagos superficiales. Ella enaltecía mis acciones y valores significativos.

— Izquierda, derecha, junto.

— Derecha, izquierda, junto.

— ¿Y luego?

— Izquierda, derecha y junto—pronuncié mientras seguía los pasos de Paula al son del ritmo.

Paula me estaba enseñando a bailar todo tipo de música instrumental. La verdad es que yo no tenía los pies izquierdos, solo necesitaba a una buena maestra.

— Excelente— alagó ella cuando la canción de fondo terminó. —A este paso, la multitud se morirá por bailar contigo.

Sonreí un poco.

—Depende de quienes se traten entre la multitud.

—Melindroso— Paula me picó la nariz soltando nuestras manos.

— No es melindroso— dijo mi padre apareciendo a nuestras espaldas en la puerta de la sala—. Simón no puede andar con cualquier muchacha del pueblo.

Paula y yo nos volvimos hacia él, casi empalidecí y agradecí no haber hecho alguna broma.

— Tengo once. No me interesan esos asuntos ahora.

— Claro— reafirmó mi padre cruzándose de brazos—. Qué bueno que priorices el trabajo, la fortaleza, ese esfuerzo a la larga, traerá a tu lado una mujer de buena familia con nuestros valores.

— Papá...

— Paula...—irrumpió el—, ve con tu madre, ambas tienen que organizar el banquete para el domingo próximo.

El Gran Varón ||R u s m e x||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora