Capítulo 11

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Arriba del escenario.

Llegamos en el camper de Paulo, Jayden y Sebastián fueron los únicos que se animaron a acompañarnos

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Llegamos en el camper de Paulo, Jayden y Sebastián fueron los únicos que se animaron a acompañarnos. Me coloqué un abrigo negro encima, debido a los brazos descubiertos, el frio me había sacado uno que otro estornudo. Paulo dijo que la mejor opción sería entrar por la puerta trasera, y de ese pasillo, dimos al mero ambiente. La mayoría, si no es que todos en el sitio bailaban llenos de júbilo, plumas en doquier, la música llenaba el fondo alegre de forma perfecta. Era más que un espectador de una escena de libertad visual y moral, era parte de la misma toma, del mismo acto. Paulo se mezcló entre todos y alzó los brazos, seguro me veía como niño en parque de diversiones cuando me sujetó de los brazos y me hizo alzarlos.

No son necesarias las drogas para embriagarte en un éxtasis de felicidad. Se trata del momento y las personas adecuadas. Las luces de colores iluminaban nuestros rostros de vez en cuando, a veces nos dejaban en oscuridad completa y eso era lo divertido. Paulo me animaba a moverme más, mis músculos se negaban a soltarse hasta que sentí una ráfaga de invierno en toda mi espalda, como un presentimiento, indeciso entre negativo y positivo.

— ¿Paulo? —Apareció Steve detrás de mí y mi cuerpo entero se congeló. Paulo fijo su rostro en el mío con la misma expresión de susto.

— Si...—tartamudeó mi amigo colombiano—... si soy yo.

— Y quien te... ¿Simón?

Se dió toda la vuelta solo para mirarme. No entendí como fue que me reconoció sin parpadear. Su sonrisa deshizo todo tipo de coherencia en mí.

— ¡Te ves fantástica!

"Te ves fantástica", una cosa que quiero puntualizar: nunca le puse la suficiente atención a las clases de español en toda mi vida, tenía en cuenta la existencia de los pronombres, de cómo debían ser empleados, en español tenemos un denominativo femenino y otro masculino. En ingles no, pero sentí su tono y expresión en cuanto lo pronunció. Ha sido diferente en toda mi vida.

Steve no vestía nada para la ocasión, bailó, celebró con nosotros, yo terminé más que fatigada. Fuimos a dejar a Jayden y a Sebastián a sus respectivos hogares, y él y yo, terminamos dormidos en el camper. Steve decidió quedarse en la oficina del bar. Pasé el día entero pensando en él, me sorprendió, pues aun así logré culminar mis pendientes.

Encontré la manera de comprar maquillaje, quería colaborar con el cast, y esa era mi manera, tomé un metro y me dirigí al teatro. Los tiempos de invierno empezaban a colarse en el mes de noviembre. Ya debía comprar una bufanda extra. Empujé la puerta que estaba más pesada que de costumbre, pasaba por los pasillos encontrándome con gente que iba de un lado al otro con cajas y sillas. Al cruzar por el escenario, me di cuenta del alboroto, para ello había ocupado Steve los diez mil dólares. Al envolverme en el pasillo del cast, todos estaban de un lado al otro finiquitando los detalles del vestuario, ni se percataron de mi presencia, así que caminé entre ellos hasta el sitio de Jayden, dejé ahí la caja y cuando pensé que era buena idea acomodar su área me retracté, seguro había un orden en su desorden. Tomé una silla y me detuve a mirar su trabajo, me emocionaba verlos hasta que sentí una mano sobre mi hombro.

El Gran Varón ||R u s m e x||Where stories live. Discover now