EPISODIO 1: PARVULARIO · 5 AÑOS (1996 - 1997)

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Durante mis primeros años de vida, mi aspecto, gustos y actitudes me hicieron dudar sobre si era niña o niño. Mi nombre y genitales eran de niña, pero entonces ¿Por qué por fuera parecía un niño? Pelo a lo kappa, batas escolares color azul (no toleraba el rosa, porque claro, el rosa era de niñas), pantalones de chándal y bambas. Empecé a identificar: "Lo que vistes, es lo que eres. Lo que haces, es lo que eres" ¿Y qué cosas me gustaba hacer? Jugar con Action Man, coleccionar cromos de Dragon Ball y jugar a fútbol. No entendía cómo haciendo lo mismo que un niño podía ser tan mala en los deportes. Cuando jugábamos a papás y mamás me apropiaba del papel del padre, el hermano mayor, o incluso Blacky, el perro, con tal de ser del género con el que me identificaba.

Niño o niña, no había término medio. El caso pareció definitivo cuando, en Navidad, pedí un regalo especial:

«Queridos Reyes Magos,

quiero un disfraz de niño,

tener un pene donde la vulva,

como los niños de verdad

Cuando los Señores de Oriente me trajeron un maletín de LEGO de cuatrocientas piezas y la Casa-ciudad Rosa de Pinypon, pero no el traje de niño, reclamé. Madre me miró desde las alturas, rió, y negó: "Ay, esta niña".

Tenía claro que no me identificaba con cosas como la fragilidad, la belleza y la obediencia. «¿Por qué las señoras mayores se desmayan con la sangre? ¡Sí mola un montón!» pensaba. ¿Si no era como esas señoras, qué era? Una cosa enclenque e inquieta a la que le encantaba trepar a los árboles, balancearse entre lianas como Tarzán, pelear contra monstruos enfundada en la lustrosa armadura de San Jorge para, tras la victoria, perderse junto a la princesa hacia el horizonte crepuscular (Bien hecho, Walt). Cualquier figura que empleara los puños como el Power Ranger blanco, Batman o Son Goku, también eran referentes.

Aunque nunca me avergoncé de parecer un niño, empecé a sospechar que una niña no debía estar cómoda sintiéndose como uno. Acabé no sabiendo muy bien lo que era hasta que el mundo onírico reveló mis verdaderas preferencias en... Ensayo y error nº1.

Una lesbiana desubicada: Treinta años de ensayo y errorWhere stories live. Discover now