ㅡSe entiende, además son los más cercanos, justo ahí.

ㅡ¿Quieres subirte a los caballos Tae? Será divertido.

ㅡ¡Sí, sí!

Hicieron una corta fila, Tae se subió a un caballo blanco y grande con Beomgyu y Yeonjun iba al lado pero de pie, no había alcanzado uno y el único disponible era uno pequeño que podría romperse con su peso y tamaño. Pasaron a las tazas giratorias y salieron mareados, el rubio casi tiraba a un señor por dar mal un paso pero no pasó nada.

Los juegos extremos fueron tentadores para la pareja pero se enfocaron en el menor, lo subieron a la mayoría de juegos infantiles que él pedía, como el de una pequeña montaña de agua, o un rascacielos en forma de farol. Cada risa que dejaba al aire o los gritos que daba eran de emoción, pero sobre todo felicidad.

ㅡBomi, ahí ahí.

El azabache señaló al frente donde pasaba un tren, impidiendo el paso. Los tres caminaban en busca de algo más, llevaban un helado cremoso para pasar el calor, aunque a Tae le habían dado uno de paleta para que no se le dificultara mientras caminaban.

Beomgyu siguió el camino del tren y se dio cuenta que entraba a una especie de cueva, varias personas comenzaron a gritar y se preocupó.

ㅡNo creo que quieras subirte, puede darte miedo.

ㅡSolo un niño de cinco años podría asustarse, cariño.

ㅡYeon, puede que él tenga esa edad.

ㅡBomi po...favo, Tae no asusta, no.

Bien, Beomgyu era muy débil, manipulable y más si el rostro que Tae le mostraba, o la sonrisa de Yeonjun estaba al frente. La ternura era un arma de doble filo.

ㅡVamos a buscar la entrada para hacer fila entonces.

Tanto Yeonjun como Tae celebraron con un apretón de manos y siguieron al peligris que se había adelantado unos pasos.

La entrada al puesto estaba cerca de los comedores y Beomgyu les hizo prometer que después del tren pasarían a comer, asintieron en respuesta y formaron parte de la fila.

Frente a ellos había un matrimonio con su pequeño hijo también, papá lo sostenía en sus brazos y mamá lo hacía reír con cosquillas, era una familia porque eran felices y estaban juntos. ¿No podían hacer eso ellos también? Claro que podían.

ㅡVamos, es nuestro turno.

Los tres se subieron en un vagón verde decorado por girasoles, pasando por debajo de un puente, cerca de la rueda de chicago, la zona de dinosaurios; Tae dijo que le gustaría ir ahí después, pasaron por algunos túneles donde se encontraron con duendes en sus ollas de oro hasta que llegaron a una mina, por dentro era lúgubre, habían esqueletos que saltaban hacia los pasajeros, algunos reían y otros soltaban gritos.

Hasta los adultos como Yeonjun se asustaban, pero a Tae solo le causaba gracia, más cuando el rubio soltó un grito por la dama de negro que le jaló la mano. Beomgyu nunca se había reído tanto como en ese momento.

ㅡ¿No que cinco años Choi Yeonjun?

ㅡ¿Qué? Pff, solo fue por reflejo.

ㅡAjá.

ㅡJunJun, ahí ta el monsto.

ㅡ¡Ahh!ㅡ El joven que bajaba a las personas de los vagones pegó un brinco por el grito de Yeonjun, quien estaba avergonzado hasta las orejas, su pálida piel pintada en un tono rosa. Las carcajadas de Beomgyu hacían eco en el lugar. ㅡLo siento.

Bajaron con cuidado ignorando a la mayoría de las personas, Beomgyu había cargado al azabache menor para ir y abrazar a Yeonjun. ㅡSe olvidará de nosotros hoy, no te preocupes por eso, todo está bien.

La acaramelada mano de Tae dio dos palmadas en el pecho de Yeonjun, repitiendo las palabras de BeomgyuㅡTodo bien JunJun.

ㅡAhora vayamos a comer y luego veremos a los dinosaurios, creo que hay columpios en forma de huevo.

ㅡBien, pero yo voy a pedir cordero.ㅡ Dijo cruzando sus brazos.

Que infantil. Pensó Beomgyu.

ㅡLo que quieras mi amor.

Yeonjun fue consentido con su pedido y comieron cordero, también pizza y descansaron durante un buen rato para la digestión. Hablaron un poco y Tae dijo que no le gustaba el limón cuando tomó una rebanada para probar, ambos se rieron por sus gestos pero él estaba enojado.

Después de muchos más juegos, fueron a la rueda de chicago para terminar el día, como en las películas.

ㅡ¡Muy muy gande!ㅡ Gritó el menor cuando estuvieron dentro de una cabina amarilla.

ㅡEs alto Tae. Iremos muy alto.

Al medio de ambos estaba Tae, viendo por las ventanas lo diminuta que era la ciudad. En otros tiempos él la veía desde abajo, con pánico, pero ahora parecía insignificante, del tamaño de su mano y eso que era pequeña, podía sentirlo como magia, se sentía emocionado pero tranquilo, como si un escudo lo protegiera de cualquier golpe. Al bajar la mirada hacia su cintura, se dio cuenta de que eran las manos de Bomi y JunJuni, quienes sonreían por verlo así de feliz.

Porque Tae se sentía feliz, muy feliz.

Después de diez minutos en la rueda, sus ojos ya no aguantaron mucho más y se quedó dormido abrazado a un elefante azul, Yeonjun lo llevó en sus brazos con su diadema de rana y manejaron de regreso a casa entre la hora azul; tranquila, armoniosa y especial.

Después de diez minutos en la rueda, sus ojos ya no aguantaron mucho más y se quedó dormido abrazado a un elefante azul, Yeonjun lo llevó en sus brazos con su diadema de rana y manejaron de regreso a casa entre la hora azul; tranquila, armoniosa y...

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