Capítulo X

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Al otro día su mamá insistió en que se quedara en casa, ya que había pasado una noche muy mala con dolores de cabeza horribles. Aún así Rosabelle fue a la escuela, jurándole a su mamá que sí se sentía mal, pediría permiso y regresaría a casa. Llegó a la escuela y sin pensarlo dos veces fue al salón donde tenía clases a primera hora a esperar a las chicas.

No tuvo que esperar tanto para que en menos de 15 minutos, Dyanne y Angie entraran por la puerta trayendo una malteada en sus manos y poniéndola delante de Rosabelle.

— Tómate la malteada, hablamos con tu mamá anoche y nos dijo que no comiste — habló Dyanne — Así que como te conocemos sabemos que tampoco desayunaste y no puede darte un bajón de azúcar también.

— Ya tuviste un desmayo ayer, no puedes tener otro — agregó Dyanne.

— Pero yo no-

Las chicas le lanzaron una mirada amenazadora a Rosabelle que bastó para que, sin volver a chistar, tomara la malteada y empezara a tomarsela de poco a poco.

— Mason me contestó anoche el mensaje — expuso cuando hizo una pausa de la malteada, llamando la atención de las chicas — Tenía razón, estaba mintiendo con la razón de porque estaba ahí en ese horario.

— Nunca te equivocas con la intuición Rosabelle, a veces quisiera tener tu poder de clarividencia — dijo Angie, mientras Dyanne asentía.

— Y bueno ¿Qué crees que sea lo que estaba haciendo en realidad ahí? — inquirió Dyanne algo pensativa.

Rosabelle se encogió de hombros, en señal de no tener idea. Una de las tantas cosas que le había provocado el dolor de cabeza de la noche anterior fue analizar las posibilidades de lo que le diría Mason. Y a decir verdad ninguna la convencía, por lo que estaba aún más preocupada que antes.

— Belle — llamó Angie, sacando a la chica de sus pensamientos — Te ves muy chistosa con ese parche en la nariz.

Rosabelle la miró mal, para luego comenzar a reír. A decir verdad sí se veía chistosa. Un rato más tarde su grupo tenía labores comunitarias, pero al ellas estar eximidas de esos deberes tenían que quedarse en la escuela hasta que pasará el horario. Rosabelle estaba distraída escuchando música admirando el paisaje, hasta que su teléfono vibró.

Tengo hora libre en unos minutos, ¿Nos podemos ver en ese tiempo?

Rápidamente contestó el mensaje de Mason.

Yo también tengo hora libre, en 5 minutos estoy ahí

Se levantó de donde estaba, organizando su ropa y despidiéndose de sus amigas. A medida que avanzaba más por el lugar para llegar al árbol donde siempre se reunía con Mason, sus nervios crecían. Estaba a punto de que una bomba explotara encima suyo, o al menos eso sentía. Cuando llegó al lugar, vió que Mason ya estaba ahí, de pie junto al árbol mirando hacía ningún lugar en específico.

Al dar una vuelta se topó con la mirada de Rosabelle, aunque en lo que más se fijó fue en el parche de la naríz y en el aspecto cansado de la chica. Desde lejos se veía que no tuvo una buena noche. Cuando Rosabelle llegó hasta donde estaba, el chico habló.

— ¿Qué tan fuerte te dieron para que tuvieran que ponerte un parche en la naríz? — expresó algo preocupado Mason, tomando a la chica del mentón y acercándose peligrosamente a ella, provocándo un leve sonrojo en las mejillas de la chica.

— Es so-solo pa-para proteger la rozadura del balón — dijo Rosabelle con su voz visiblemente afectada por la cercanía — No tienes de que preocuparte.

— Rubia somos amigos, claro que me voy a preocupar por tí — expuso el chico con seriedad.

Amigos

Sk8ter Boy ©Where stories live. Discover now