"𝙼𝙰𝙻𝙰 𝚂𝙰𝙽𝙶𝚁𝙴."

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ᴄᴀᴜꜱᴇ, ʙᴀʙʏ, ɴᴏᴡ ᴡᴇ ɢᴏᴛ ʙᴀᴅ ʙʟᴏᴏᴅ ʏᴏᴜ ᴋɴᴏᴡ, ɪᴛ ᴜꜱᴇᴅ ᴛᴏ ʙᴇ ᴍᴀᴅ ʟᴏᴠᴇ

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ᴄᴀᴜꜱᴇ, ʙᴀʙʏ, ɴᴏᴡ ᴡᴇ ɢᴏᴛ ʙᴀᴅ ʙʟᴏᴏᴅ ʏᴏᴜ ᴋɴᴏᴡ, ɪᴛ ᴜꜱᴇᴅ ᴛᴏ ʙᴇ ᴍᴀᴅ ʟᴏᴠᴇ. ꜱᴏ ᴛᴀᴋᴇ ᴀ ʟᴏᴏᴋ ᴡʜᴀᴛ ʏᴏᴜ'ᴠᴇ ᴅᴏɴᴇ ᴄᴀᴜꜱᴇ, ʙᴀʙʏ, ɴᴏᴡ ᴡᴇ ɢᴏᴛ ʙᴀᴅ ʙʟᴏᴏᴅ, ʜᴇʏ ɴᴏᴡ ᴡᴇ ɢᴏᴛ ᴘʀᴏʙʟᴇᴍꜱ.
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Rhaenyra podía sentir las suaves manos de su esposo reposar sobre su cintura aún sosteniéndola con intensidad a pesar de haber permanecido toda la noche con recelo enrolladas sobre su cuerpo. La joven se puso en pie tras sentir el calor de la mañana y la renuente luz del Sol abrirse paso en la enorme habitación que compartía con su señor esposo. Casi seis lunas habían pasado con extrema rapidez y su pequeño vientre ahora acaparada las miradas de todos.

Una bata satinada en negro fue deslizada con elegancia por el cuerpo de la joven pues sus puertas no tardaron en abrirse siendo un ejército de sirvientes y casi cinco damas las causantes de aquella conmoción. Rhaenyra entró en la amplia tina que estaba llena de agua completamente caliente, la joven sintió su cuerpo relajarse mientras se sumergía en la calidez del agua.

— ¿La temperatura es la desea, princesa? — pregunto Lady Lissa Karstark a la joven.

— Mhmmm. — murmuró Rhaenyra sintiéndose relajada.

— ¿Qué si el agua está a la temperatura que usted le gusta? — repitió la mujer.

— Ah, claro. — sonrió. — Puede retirarse Lady Lissa, deje que Lady Analys Higthower sea quien me vista. — pidió la joven.

La norteña reverencio antes de salir de la habitación, Rhaenyra suspiro tratando de contener el cansancio que los últimos meses le demandaban, su vientre casi contaba con siete lunas y pronto su pequeño retoño estaría llegando. No había día en el que ella no esperara con devoción la llegada de su pequeño.

Por un momento pudo sentir las lágrimas amenazar con salir pues aún recordaba con amor a su pequeño Baelor que no pudo ver la luz del sol y murió sin haber sido arrullado por los brazos de aquella madre que tanto lo anhelaba.

Salió de la tina dejando que sus desnudez placiera a la vista de su señor esposo quien a penas venía abriendo sus ojos a un nuevo amanecer. Ella sonrió al acercarse al Higthower tomando la mano del hombre para llevarla a su vientre con emoción.

— ¿Lo sientes? — pregunto ella sonriendo.

Otto abrió los ojos como dos grandes platos al sentir el movimiento que infringía con demanda aquel infante en el vientre de su señora esposa.

"𝐄𝐋 𝐃𝐄𝐁𝐄𝐑 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐇𝐄𝐑𝐄𝐃𝐄𝐑𝐀"Where stories live. Discover now