"𝙳𝙴𝚂𝙰𝙼𝙾𝚁."

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ᴡʜᴏ ɢᴏɴ' ᴘʀᴀʏ ꜰᴏʀ ᴍᴇ? ᴛᴀᴋᴇ ᴍʏ ᴘᴀɪɴ ꜰᴏʀ ᴍᴇ? ꜱᴀᴠᴇ ᴍʏ ꜱᴏᴜʟ ꜰᴏʀ ᴍᴇ? 'ᴄᴀᴜꜱᴇ ɪ'ᴍ ᴀʟᴏɴᴇ, ʏᴏᴜ ꜱᴇᴇ

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ᴡʜᴏ ɢᴏɴ' ᴘʀᴀʏ ꜰᴏʀ ᴍᴇ? ᴛᴀᴋᴇ ᴍʏ ᴘᴀɪɴ ꜰᴏʀ ᴍᴇ? ꜱᴀᴠᴇ ᴍʏ ꜱᴏᴜʟ ꜰᴏʀ ᴍᴇ? 'ᴄᴀᴜꜱᴇ ɪ'ᴍ ᴀʟᴏɴᴇ, ʏᴏᴜ ꜱᴇᴇ.
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Rhaenyra caminaba con desesperación por los pasillos de Red Keep, las lágrimas brotaban de sus ojos violetas, mientras sentía la opresión de su pecho cada vez más fuerte. Los recuerdos de las palabras hirientes aún seguían susurrando en sus oídos, y su mente era atormentada por el desprecio del hombre a quien su corazón había amado.

Caminó directamente a la habitación de la única persona que podría comprender su dolor y pesar, y así fue, Alicent estaba de pie junto al ventanal, rápidamente caminó al encuentro de su amiga cuando la vio traspasar las puertas con un semblante decaído y desesperado.

—Rhaenyra, ¿qué sucede? — pregunto Alicent preocupada por el estado de su amiga.

Rhaenyra era un manojo de nervios, su llanto a penas podía ser controlado, y el estado de la joven a penas era aceptable. La Reina se posó en frente de su amiga, guiándola hasta uno de los sillones, la sentó con cuidado evitando que el abultado vientre de casi cuatro lunas de la heredera fuera golpeado, acomodó un par de almohadillas y luego ella tomó asiento.

— Sabes que en algún momento tendrás que decirme que pasa, ¿cierto? — la menor asintió. — Y también sabes que si mi padre ha tenido que ver con el hecho que pareces un desastre, pediré su cabeza sin contemplar el hecho que sea mi progenitor. ¿Verdad? — Rhaenyra volvió a asentir. — Bien. — suspiro Alicent. — Cuéntame, ¿qué le sucede a mi heredera favorita? — pregunto nuevamente mientras  secaba las lágrimas de la menor.

Rhaenyra paro de llorar mientras sentía las manos de su amiga reconfortarla.

— Daemon ha llegado esta mañana a Red Keep, y he estado con él. — confesó la menor.

— Rhaenyra, tú y Daemon... — ella la miro. — Sabes que no te juzgaré, pero... — la mayor fue interrumpida.

— No, no, Ali. No me malinterpretes. — ella suspiró. — Fuimos a volar en nuestros dragones, aterrizamos en una pequeña isla rocosa cerca de la bahía, y hablamos. — su nerviosismo era evidente.

— ¿Hablaron? — la reina frunció el ceño. — ¿Qué te pudo haber dicho Daemon para terminar en este estado? — cuestiono algo molesta la Reina. — Daemon no mide sus límites, y por cómo llegasteis aquí, supongo que te ha insultado. — apretó el puño cuando la menor asintió. — ¿Qué es lo qué te ha dicho ese cobarde? — pregunto.

"𝐄𝐋 𝐃𝐄𝐁𝐄𝐑 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐇𝐄𝐑𝐄𝐃𝐄𝐑𝐀"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora