Rhaenyra Targaryen había deshonrado a su casa, y así misma, después de una noche entre copas y follage, la princesa heredera había quedado en cinta. Viserys, el rey, ordenó que la joven fuera casada con nada menos que, Otto Higthower, su lord mano y...
Las pisadas firmes de los caballos eran escuchadas, el carruaje paró en seco en la entrada donde la puerta del rey brindaba su paso a los invitados. La celebración por el pronto alumbramiento de la princesa, Rhaenyra Targaryen, heredera al trono de hierro y princesa de Dragonstone, había sido decretada por él mismo, rey Viserys.
Miles de casas respondieron a la invitación dada por la familia real, King's Landing se había vestido de gala para conmemorar aquel momento. Rhaenyra quien caminaba con placidez y tranquilidad por los pasillos de la fortaleza roja, pudo percatarse de cierta reina Velaryon quien parecía molesta.
La menor frunció el ceño cuando sus ojos observaron como la Velaryon tiraba un jarrón con flores con disgusto, la mujer a penas podía dar el paso, pues su vientre abultado a penas podía dejarla movilizarse con cuidado. Rhaenyra siguió viendo la escena, hasta que Alicent apareció con un semblante molesto y replicó contra la Velaryon por su mal comportamiento.
— No puedes herir a los sirvientes. — reprendió con molestia Alicent mientras ayudaba a la dama de compañía de la Velaryon a ponerse en pie. — Y mucho menos atentar contra la vida de una de tus damas. — le dio una mirada compasiva a la joven de cabellos rubios y ojos verdosos. — ¿Está usted bien, lady Johana? — pregunto la mayor y la menor asintió.
— Si, majestad. – hizo un leve asentimiento con su cabeza y una inclinación respetuosa.
— Ella no es una reina, no necesitas dirigirte a ella como, "majestad" es una simple Segunda esposa. — mustio con molesta la Velaryon. — Una simple segundona, que más bien parece una puta de algún burle barato. — arrojo con desprecio.
Alicent simplemente se quedó callada, pero no bajo su cabeza en ningún momento. La Higthower sabía que era un día especial para su preciada Rhaenyra, por lo que no quería armar un escándalo aquel día. Se limitó a darle una cálida sonrisa a la joven de cabellos rubios, para irse.
— Ahora lo vez, niña. Yo he tenido razón. — dijo con una sonrisa burlona. — Ni siquiera ella se atreve a defenderse de las habladurías sobre su misma persona. Ella es una puta, que carga al igual que la princesa, un bastardo en su vientre, producto de sus bajos deseos. — escupió.
La Higthower no pudo contenerse más, caminó como una bestia furiosa dispuesta a golpear hasta la muerte a la Velaryon, pero, fue la mano de la princesa Rhaenyra la que se estampó en el rostro de la primera esposa de Viserys. No fue una, ni dos o tres, fueron cinco veces, revés y derecho, la heredera incluso la tomó del pelo y la sacudió con brusquedad.
