Rhaenyra Targaryen había deshonrado a su casa, y así misma, después de una noche entre copas y follage, la princesa heredera había quedado en cinta. Viserys, el rey, ordenó que la joven fuera casada con nada menos que, Otto Higthower, su lord mano y...
Rhaenyra solía disfrutar su tiempo libre junto a Alicent en Godswood, la mayor sentada bajo la sombra de un gran árbol de roble, mientras la menor se acomoda en las piernas de la Higthower para escuchar los relatos de esta. Alicent quien leía a Rhaenyra con detenimiento es percatada de que su amiga le da poco importancia a la lectura, y en un intento por despertar la curiosidad de la menor por la historia contada, la invade con preguntas.
— ¿Lo leíste? — pregunto la mayor. — Si, si lo leí. — contestó la menor con aburrimiento. — Cuando la princesa Nymeria llegó a Dorne, ¿a quien tomó como esposo? — pregunto Alicent.
Rhaenyra se removió incómoda pero aún así contestó. — A un hombre. — dijo sin gracia. — ¿Cuál era su nombre? — pregunto insistente la Higthower. — Lord algo. — contestó Rhaenyra sin darle importancia. — Si contesta lord algo, la septa Marlow estará furiosa. — replicó Alicent. — Bueno, se ve graciosa cuando se enfurece. — añadió con simpleza Rhaenyra.
Alicent la observó por unos momentos mientras que la Targaryen se sumergía en sus pensamientos. La mayor conocía bien a su amiga, y sabía que algo la tenía preocupada.
— Siempre eres así cuando algo te mantiene preocupada. — habló Alicent tratando de saber el motivo.
— ¿Así cómo? — cuestiono Rhaenyra aún sin darle importancia.
— ¡Desagradable! — exclamó Alicent ya cansada. — Se que te preocupa que tu padre te reste importancia con la llegada de Maegor. — se atrevió a mencionar la Higthower al nuevo hijo del rey.
— Solo me preocupa prepararme correctamente para mis responsabilidades, como tu padre y la corte, me recuerda incesantemente. — contrarresto Rhaenyra. — Mi padre esta feliz, ahora Laena, perdón, la reina, le ha dado el varón que tanto desea, hasta donde recuero mi madre murió por ese vástago que siempre había querido. — arrojo la menor con dolor.
Alicent la miro con pesar, sus ojos se aguaron recordando a su tan querida, Aemma, pero aún así contuvo el dolor y se tragó su pesar, pues debía ser fuerte por su amiga.
— Las lenguas no cambiarán la sucesión Rhaenyra, déjalos que se muevan. Te aseguro que ni mi padre, ni lord Corlys o el consejo podrá quitarte lo que por derecho te pertenece. — aseguró la Higthower a su amiga.
