El patito feo y el príncipe [Jamie Flatters]

26: Verdades.

***(Grita porque esos sí son los labios de Jamie)

Bien, creo que hago mi mejor trabajo tratando de hacerle entender a Jamie lo enojada que estoy con él. No lo he dejado abrazarme y esquivo cualquier muestra de afecto, es difícil mantenerme distante cuando él me mira con sus ojitos de perro arrepentido, pero almenos es capaz de captar que algo anda mal.

Alejo su mano cuando intenta tocar mi mejilla, apesar de querer tenerla ahí para calentarme del frío abismal que hace. Esperamos que Brianna y Britain salgan del laberinto de los espejos, mientras que Jack y Sheila hacen final para comprar algodón de azúcar. La cara de Champion era de terror cuando Beaumont se ofreció a acompañarlo, es como no se creyera lo amigable que es ahora. Jamie me dijo que son primos y no tienen la mejor relación del mundo.

—Jacinta—Flatters llama mi nombre y antes de poder decirle que me diga "Jojo", él se apresura a seguir hablando—¿Hice algo?

Bufo.

Porque realmente no tengo ganas de ponerme a discutir aquí, me estoy divirtiendo y no quiero arruinarlo.

Me cruzo de brazos.

—Si—respondo seca—, hablaremos de ello después .

—¿Y por qué no ahora?

—Porque estamos en público, además no hay necesidad de arruinar mi día—digo y no mido realmente el peso de mis palabras. Él frunce el ceño.—Lo siento... pero no quiero hablar en este momento.

—Entonces... ¿Cómo se supone que debo disculparme si ni siquiera sé qué hice mal?

Esta situación empieza a ser frustrante.

—Te dije que después hablamos-

—Pero no quiero que las cosas estén así entre nosotros—me interrumpe, insistente. Me mantengo en silencio por unos segundos mientras él se acerca.—Por favor...

Como acostumbra hacer, acomoda un mechón de mi cabello detrás de mí oreja.

Sus ojos de a poco de vuelven expectantes, casi suplicantes y yo no sé cómo reaccionar a ello. Por un lado, muero por gritarle y reclamar, quiero entender el por qué mentiría para que esté condicionada, por no decir obligada, a estar a su lado. Por otro, las ganas de simplemente hacer como si nada y lanzarme sobre sus brazos hacen que mis manos piquen por tocarle y mis labios se encuentren sedientos de los suyos.

Estoy realmente al borde de la locura, todo es su culpa.

La Jojo de hace unos meses no dudaría en darle una buena estrangulada con sus propias manos. No reconozco a esta persona que es capaz de sentir compasión por un mentiroso.

—Tú...—todo lo que tenía por decirle se queda atascado en mi boca; parpadeo varias veces viéndome incapaz de reaccionar

—¿Mhmm?