El patito feo y el príncipe [Jamie Flatters]

25: Mentiras.

Adoro los parques de diversiones.

Lo cual mucha gente encuentra raro, mi cara usualmente da la impresión de que no conozco en absoluto el concepto de diversión.

Jamie me ha obligado a venir, desde su confesión (algo que todavía trato de asimilar) ha estado más pesado y meloso que de costumbre, y no sé cómo interpretarlo. No es que me moleste exactamente, gustarle verdaderamente a alguien es raro, más que nada porque Flatters conoce todos esos aspectos horribles de mi persona. Su mirada es más intensa, sus toques son electrizantes, su presencia me trae calma y tormenta a la vez.

Me abstengo a dejarlo besarme, ya es notorio a este punto que pierdo el control total de mis sentidos y mando a la mierda mi buen juicio cada vez que lo hago.

Tampoco es que mi insistencia en no besarnos lo detenga a invadir mi espacio personal como hace de costumbre.

Cómo hace en este preciso instante mientras esperamos en fila nuestro turno para comprar tickets para la montaña rusa. Me abraza desde atrás, apoyando su barbilla en mi hombro y envolviendo mi cintura con sus brazos, pegando mi espalda a su pecho.

Mi cara está igual de roja que mi cabello.

—¿Por qué no vamos a otra atracción?—inisite. Me comentó que le aterran las montañas rusas.

—No seas tan gallina, Flatters, los demás están por llegar.

El hace un sonido que me da a entender su desagrado.

Acepté su cita con la condición de invitar amigos... bueno, sus amigos, Jack y Britain, después mi única amiga, Brianna, la cual me preguntó si podía llevar a su novio, así que también se nos unirá Tyler.

Y terminé por invitar a Sheila también.

He mantenido contacto con ella, la pobre no ha salido de su casa en dos semanas, todavía triste por todo lo que ocurrió con Duane. Yo me siento culpable al respecto, no voy a mentir, Sheila se ha mostrado realmente arrepentida por todas las cosas que ha dicho sobre mi.

Maldita Brianna y Jamie, hacen que mi frío corazón de hielo se derrita.

Después de varias súplicas, la convencí a venir.

Tantos invitados, esta cita se transforma en una salida de amigos.

O conocidos.

Como sea.

—Ansiaba tenerte solo para mí—murnura contra mi oído.

—Jamie...—le advierto y él simplemente ríe.

Me pongo tensa.

Y no es por el gélido frío de invierno que nos congela. Incluso llevo pantalones, ¡Pantalones!

Con lo mucho que odio cubrir mis piernas, me causa claustrofobia, me lo quiero quitar, no lo soporto.

Por algo Diosito me dio tremenda carne en ellas, definitamente no están para ocultarlas.