25. Ida

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Era verano.

Noches como esa eran las que Siyeon más detestaba. Corría viento y no estaba segura si su poca ropa compensaba la temperatura del ambiente. No estaba segura si sentía calor o frío, si tenía sed o hambre; esas noches de incertidumbre que malévolamente la incitaban a rodar sobre el colchón, revisar la hora en su celular cada cinco minutos y luego releer algún mensaje o contemplar alguna foto.
Suspiró.
No importaba cuántas vueltas de por el apartamento. Ni cuántos vasos con agua sirva o las excusas que invente para pasar por el fondo del pasillo, hasta la puerta de la otra habitación vacía. No lograría encontrar lo que buscaba en silencio. El piso se le había vuelto tan grande de un momento a otro que estaba considerando buscar otro lugar para volver a empezar, porque las paredes estaban aún llenas de recuerdos.
Hundió su cabeza en la almohada.
En momentos de ansiedad solo podía hacer una cosa, así invirtiera todas sus horas de sueño en ello y no importaba cuánto luche para evitarlo: Terminaría recordando.
Pasó saliva, se acomodó de lado y miró la pared buscando alguna imagen inexistente. "5, 6 meses, ¿Ya?" Susurró, casi avergonzándose de escuchar su propia voz luego de horas en silencio. "Sua..."
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"¿Bboya?"
Sua retrocedió por inercia y Siyeon solo bajó la mirada. Escuchó el rugido del auto deportivo y sintió cómo retrocedía con cautela, alejándose una vez que doblara en sentido de la calle y se perdiera más allá de la cuadra.
Ahora estaban las dos, completamente solas en la entrada de la casa, acompañadas por el sonido de las olas desvaneciéndose en la orilla de la playa a lo lejos.
Sua sintió cómo se le erizaba cada vello del cuerpo por la impresión. Si había algo que definitivamente no hubiese imaginado era a Siyeon sentada esperándola. O simplemente Siyeon en ese lado del mundo. Se tomó el tiempo necesario para calmarse y evitar cometer alguna locura, como arrancarle la cabeza o comerla a besos. Cualquiera podría resultar peligrosa para su integridad emocional o su estadía fuera de prisión.
La chef se veía asustada, nerviosa, como un pequeño animal atrapado infraganti. Parecía tener las mismas dudas que su única espectadora, que solo estaba estática, respirando irregularmente. Con ira.
"¿A qué viniste, Siyeon?" Preguntó la menor mirándola con cuidado, como si desconfiara de cada movimiento de ella.

Sua se tomó el codo izquierdo con la mano derecha, remangando un poco la tela del saco azul que tenía puesto encima. La siguió analizando en silencio y se cansó de esperar luego de no encontrar reacción en ella. "Si no tienes nada que decir..."
"Tengo—" se detuvo avergonzada y cerró los ojos porque escuchó su voz retumbando en su cabeza luego de su reacción inesperada, "—algo que decir. Mucho, de hecho." Se limpió el rastro de humedad salada en su mejilla.
"Empieza porque debo regresar a una fiesta."
"¿La boda de tu padre?" Preguntó nerviosa.
"Así es." Respondió cortante.

"Sé que no elegí el mejor momento—"
"Si, definitivamente eres muy inoportuna"

"Umm, sabía que debí venir otro día"
"¿Sabes? Es bastante raro verte"

"Tenía que hablar de ciertas cosas... Tomé el primer vuelo que me trajera aquí"
"Siendo impulsiva—"
"Te ves realmente hermosa." Dijo viéndola con amor.
Un compás se saltó el ritmo de su circulación y decidió frenar todo para evitar exponerse otra vez. "¡SIYEON!" Sua fue firme y la Chef pegó un salto sobre su mismo sitio, "¿Tienes algo que decir o no? Porque no pienso quedarme toda la noche escuchándote murmurar cosas."
"¡Ya dije que sí! Es solo que te vi y olvidé todo lo que había venido pensando." Empezaba a ofuscarse.

Sua presionó los labios con cólera por su inseguridad  y empezó a caminar hacia su casa. "Escucha, si no vas a decir nada..." Siyeon la detuvo tomándola del brazo, la atrajo hacia ella y se encontraron cara a cara, a varios centímetros la una de la otra.
"Necesito que te tranquilices."
La dueña de casa se soltó con fuerza y la retó con la mirada. "¿Tranquilizarme yo?" Dijo en voz baja y filosa. Sus ojos gatunos luciendo amenazantes. Eran esos mismos ojos que habían enfrentado a la chef tantas veces durante las primeras semanas que convivieron juntas. Los mismos ojos que la vieron cuando colisionaron en medio de la pista y cuando Siyeon se quedó con la habitación más grande.
Era una lucha de egos con riesgo a convertirse en catástrofe mundial.
Pero Siyeon sabía que no estaba en la mejor posición para enfrentar a la pelinegra por diversas razones, entre ellas, porque ella se sentía culpable por el alejamiento. Así que solo bajó el rostro dejando que Sua gane el concurso de miradas y suspiró. "¿Te interesa saber lo que tengo que decir?"
"Pensé que lo habías olvidado todo." Sua se soltó con fuerza.
"Suu, por favor..."

El Departamento [Adap.Suayeon]Where stories live. Discover now