12.Cambios

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Esa mañana, como las de los últimos días, había despertado con el pie adormecido y ojeras que no se ocultarían fácilmente con maquillaje. Estaba acostumbrándose a convivir con el yeso, pero no podía aún con las estúpidas, estúpidas y más estúpidas muletas. Le dolían los brazos, las manos y la pierna, cada vez que olvidaba no apoyarla en el piso. Pero no podía seguir quejándose. No esa mañana. Se dirigió al baño que probablemente ya había sido usado por su roommate. En una hora y media tendría que estar en su nuevo puesto de trabajo, si quería pagarse, aunque sea un plato de comida decente y dejar de vivir de cereal y leche. Tiene que... No. Va a empezar con el pie correcto. Así sea el turno del que está enyesado y adormecido. Va a ganarse al jefe de Siyeon, porque definitivamente prefería ser mangoneada por él a por Siyeon. Cepilló sus dientes. Se miró a los ojos a través del espejo. Siyeon. Quien, por cierto, decidió seguir con el voto de silencio desde que salió ese día del hospital. Una noche aparecieron nuevamente sus pertenencias en el apartamento y de pronto solo la veía, con suerte, una vez antes de acostarse si es que llegaba temprano. Después de varios días notó que hasta había cambiado un poco su apariencia, con su cabello negro ahora liso y el cerquillo suelto sobre sus expresivos ojos negros, que parecían haber decidido no mirarla hasta nuevo aviso. Escupió la espuma. Se miró al espejo. - "¿Por qué no me miras Siyeon?" - murmuró. De pronto su nostalgia se convirtió en molestia. Su molestia en enojo. Sus toallas en víctimas. Y las víctimas terminaron rebotando sobre el piso a velocidad luz. Sua tenía que usar un asiento para bañarse y, para mantener la pierna lejos del agua, la sacaba de la ducha, manteniéndola seca, tratando luego de limpiar lo que era visible de piel con una toalla húmeda, hasta donde el espacio se lo permitía. El agua corría sobre sus cabellos que ahora cubrían sus senos. Mantenía el ceño fruncido y los labios apretados. Hoy tendría que pasar todo el día cerca a la pelinegra y eso la había tenido pensando toda la noche. Últimamente Siyeon pasaba muchas horas fuera de casa y eso no ayudaba a romper la tensión que se había vuelto ahora una avalancha de nieve sobre sus cabezas, amenazando con aplastarlas con el primer sonido. Probablemente ha estado pasando más tiempo con su novia. Por eso el cambio en su cabello. - "Estúpido estilo que le queda tan bie—TERRIBLEMENTE MAL." - Tosió cuando un poco de espuma se metió por su nariz. Obviamente le queda pésimo ese estúpido cabello lacio y corto. Estúpida Siyeon. Una vez más, no sabe si mentirse está bien, pero prefiere pensar que este rechazo es por un posible sentimiento de amenaza a su seguridad como mujer, ya saben, competencia de belleza y no sea su cabeza dando vueltas a la posibilidad de que Siyeon esté llamando su atención de otra forma. ¿Siyeon estaba llamando la atención de Sua y Sua no llamaba la atención de Siyeon? Eso no es posible. Cerró la llave del agua. Nadie llamaba la atención de Kim Bora. Por un momento consideró llamar a Matthew y acabar con el tiempo que había pedido, pero se distrajo con los golpes en la puerta del baño.
- "En 10 minutos me voy, estés lista o no." - Sua pasó saliva mientras escuchaba la voz sin vida de su compañera. Ahora patrocinadora. Y compañera de trabajo. - "¿Me has escuchado?"

- "Estoy lista en 10." - Respondió renegando. Nadie la presiona. Odia las presiones. Escuchó los pasos alejándose mientras pasaba la toalla por su cuello y miraba con ira la puerta. Estornudó por la molestia aún presente del entrometido jabón en sus fosas nasales. Una vez lista, más de quince minutos más tarde, caminó hacia la isla de la cocina y encontró un vaso de leche al lado de una nota de color. Siyeon obviamente se había ido ya y le había dejado la dirección. Sua se asustó un poco. ¿Cómo iría hasta allá con las muletas? ¿Sola? ¿Cómo bajaría al primer piso? Dios, hace demasiados días no salía de casa. Diablos, casi ni salía de su habitación si no era para pisar el baño o la cocina. Suspiró. Maldijo y caminó haciendo pésimo uso de las muletas, como siempre, hasta la mesa de noche de su habitación donde aún tenía el poco efectivo que guardaba celosamente. Te odio Siyeon.
...
- "Llegas tarde." - Siyeon escuchó las muletas apoyándose torpemente contra el suelo, acompañadas de un solo paso abriéndose lugar entre las puertas de entrada, a las que les daba la espalda mientras limpiaba el mostrador. Gahyeon subió la vista de la caja registradora y sonrió con ayuda de sus ojos.
- "Buenos días." - dijo Gahyeon. - "Bienvenida."
- "Buenos días." - Dijo Sua despeinada, impaciente y molesta. No podía ser tan tarde. No había nadie allí.
- "Lee Gahyeon." -La ahora pelirroja le ofreció la mano caminando hacia ella.
- "Kim Sua." - Dijo ella haciendo maniobras para responderle el saludo y no soltar su principal apoyo.  - "Pero tú ya debes saber quién soy..."  - Sonrió avergonzada por el primer encuentro.
- "Lo recuerdo bien." - Asintió Gahyeon riendo. - "Adelante."
- "La entrada es 7:30 a.m." - Dijo Siyeon seria. Gahyeon sonrió y caminó tras el mostrador, abriendo su laptop y revisando algunas cosas, dejando que las compañeras de piso se entiendan entre ellas y tratando de no entrometerse entre la aguda tensión que formaban de un punto a otro.
- "Son 7:45... No podía subir al taxi y querían cobrarme demás..."
- "No es mi problema. Levántate más temprano mañana."
- "No sabía que era tan difícil salir con muletas, Siyeon. Me dejaron a media cuadra de aquí." - Sin mencionar que la muleta se le atoró en la alcantarilla, frente a esa tienda de flores.
- "Deja de buscar excusas para todo."
- "Déjame hablar con tu jefe, le pediré las disculpas necesarias." - Dijo Sua y Gahyeon sonrió otra vez.
- "¿Mi jefe?" - Siyeon resopló burlona.
- "¿Encuentras algo gracioso en eso?" - Respondió, pero fue interrumpida por pasos y risas.
- "¡Gahyeon-ah, tienes que ver esto!" - Dijo Handong con una revista en la mano.
- "¡Basta DongDong! ¡Yah!" - Yoohyeon trataba de luchar contra ella, pero su tamaño no servía de nada contra la fuerza de la barista rubia, quien seguía caminando, prácticamente arrastrando a la cocinera tras ella.
- "¡Tienes que ver esto!" - Handong finalmente logró llegar a la barra y extendió la revista en el apartado de sociales, señalando a una guapísima Yoohyeon envuelta en un vestido azul.
- "¡Whoa!" - Gahyeon volteó la revista. - "¿Por qué no nos dijiste?"
- "¡No sabía que saldría publicada!" - Yoohyeon solo se cubría el rostro avergonzado.

El Departamento [Adap.Suayeon]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin