Capítulo 20. Nominación

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A la mañana siguiente, cuando Hermione se fue a trabajar, no se sentía mucho mejor. De hecho, se sentía peor. Había estado despierta prácticamente hasta que salió el sol, llorando en el hombro de Harry. Miró al otro lado de la sala hacia la oficina de aurores, sólo para ver que él tampoco se veía tan bien.

Frunció el ceño y entró en su oficina, su corazón dio un vuelco cuando vio que un paquete la esperaba en su escritorio. No había dirección de entrega, ni remitente, ni ninguna indicación de quién era en absoluto solo su nombre, escrito en el centro con letras cursivas perfectas. Se sentó y desenvolvió el papel marrón, luego abrió la caja sencilla que encontró debajo.

Hermione jadeó sorprendida. Después de todo lo que había sucedido la noche anterior, se había olvidado por completo de la caja musical.

La sacó de la caja y la acarició antes de abrir la tapa, las lágrimas llenaron sus ojos en el momento en que vio esas pequeñas figurillas bailando con la melodía familiar. Ahora, la caja musical no sólo le recordaba a su madre, sino que también le recordaba a Draco. Cómo deseaba desesperadamente que su madre todavía estuviera cerca para hablar, para darle un consejo cuando se sentía tan completamente perdida.

Hermione amaba a Draco pero, desde el principio, su relación siempre había tenido una fecha límite, y ya no podía torturarse contando los días hasta que terminara. No era justo para ninguno de los dos.

Cerrando la caja musical, Hermione la colocó con cuidado en el cajón de abajo, luego tomó los libros que Theo le había prestado. Su conversación con Lucius realmente la había hecho pensar en esa ley que estaba tratando de aprobar. Se lo presentaría al Wizengamot el lunes y enterrarse en el trabajo durante los próximos días era la manera perfecta de dejar de pensar en Draco Malfoy.

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—¿Tienes los libros, Cormac?

Silencio.

—¿Cormac?

Hermione miró por encima del hombro, sólo para ver que su colega estaba dormido con la cabeza en su escritorio.

—¡CORMAC!

Él levantó la cabeza con un poco de baba cayendo de la comisura de su boca. —¿Queepazzaaa? —preguntó, mirando a su alrededor con los ojos entreabiertos.

—¡Pasa que tenemos una audiencia frente al Wizengamot en diez minutos y estás malditamente durmiendo!— le gritó.

Cormac bostezó y estiró los brazos.

—Oye, no soy yo quien decidió cambiar la ley en la que he estado trabajando durante años en el último jodido minuto. ¡No he dormido en tres días, Hermione! Estoy cansado. —Se quejó.

—Sí y agradezco tu ayuda, pero no puedo permitir que pierdas energía justo cuando estamos en la recta final. Date prisa y recoge esos libros, tenemos que bajar allí.

—Sí, sí, me estoy moviendo—, dijo, levantándose y recogiendo varios volúmenes grandes que se había visto obligado a leer una y otra vez durante el transcurso del fin de semana— ¿Sabes?, no pude evitar notar que tu novio no estaba cerca para ayudarnos con todo esto.

Hermione permaneció callada.

—En realidad, estoy un poco sorprendido de que te dejara encerrarte conmigo en una pequeña oficina todo el fin de semana. ¿Malfoy realmente no tenía nada que decir al respecto?

Ella suspiró.

—No. No dijo nada.

—Eso quiere decir que no le dijiste —dijo Cormac con una sonrisa.

The Deadline (traducción en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora