𝗶𝘅. gustar

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          Cirrus se revolvió incómodo en su cama, teniendo un mal sueño que, muy a su pesar, sabía que no era un mero producto de su imaginación; sino que era una vívida memoria de su pasado

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          Cirrus se revolvió incómodo en su cama, teniendo un mal sueño que, muy a su pesar, sabía que no era un mero producto de su imaginación; sino que era una vívida memoria de su pasado. Un pasado que, cada vez, era más difícil de recordar. A veces estaba borroso, pero siempre regresaba en forma de pesadilla para recordarle a Cirrus que, por mucho que quisiera, jamás se iría de su mente.

«—Cirrus... —gimió Haku, tratando de taparse su rostro debido al sonrojo que decoraba sus pálidas mejillas, estando recostado en la cama del mencionado— ¿Por qué te estás tomando tanto tiempo hoy?

Para hacerte sentir bien —contestó el peliblanco, mordisqueando el pezón derecho de su novio, haciéndole estremecer y ser un desastre de jadeos y gimoteos— Al fin y al cabo... Tú fuiste el que me enseñó a hacer esto. —con la punta de su lengua, trazó el contorno del ahora hinchado pezón, volviendo a recibir la misma respuesta placentera por parte de Haku— ¿He mejorado desde la primera vez?

¿Bromeas? Ahora ni siquiera necesitas que te guíe. —Haku esbozó una sonrisa temblorosa, aún tratando de esconder su rostro tras su mano— Ya me has puesto duro.

Oh... —Cirrus sonrió, comenzando a bajar sus besos a lo largo del torso de su pareja— Supongo que me tendré que hacer responsable de ello, ¿no? —con sus dientes, agarró la cremallera del pantalón de Haku, y lentamente, comenzó a bajarla mientras le miraba y sus manos reposaban sobre la cintura del contrario.

¿Q-Qué...? —el pelinegro tragó saliva, destapando su rostro y mirando hacia abajo; mas su pregunta jamás llegó a ser formulada. La vista en aquel momento era demasiado tentadora y le robó al aliento.

Un suave sonrojo cubría las mejillas de Cirrus, acompañado de una sonrisita juguetona. Los ojos rojizos del peliblanco no abandonaron su rostro en ningún momento, como si con la mirada le quisiera demostrar cada emoción que estallaba dentro de él.

En aquel entonces, los ojos de Cirrus tenían tanta vida que era imposible no dedicarles unos minutos para ser apreciados.

¿Que qué hago? —terminó Cirrus la pregunta por él— Te la voy a chupar. —sonrió, y la respiración de Haku falló en el momento en el cual Cirrus lamió su erección por encima de la ropa interior— Tú siempre me lo haces a mí, y creo que he aprendido de tan solo verte.

Ten cuidado con los dientes. —jadeó Haku.

Sólo dime si hago algo mal o si te gusta. —pidió Cirrus en un susurro, antes de comenzar a bajar lentamente la ropa interior de su pareja, recibiendo un pequeño gemido necesitado por parte de ésta; para ahora dejar un húmedo beso en la cadera de Haku, descubriendo su parte más íntima.

Sin embargo, la puerta principal del hogar se escuchó resonar; y tanto Cirrus como Haku compartieron una mirada asustada antes de separarse y vestirse tan rápido como una bala.

𝗘𝗦𝗧𝗜𝗚𝗠𝗔,          baji keisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora