𝗶𝗶𝗶. idiota

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          Cirrus tragó saliva cuando se encontró delante de una flamante motocicleta, pensando que debía de subirse encima de ese vehículo para ir junto a Keisuke a la reunión con ese líder suyo de la pandilla a la cual pertenecía

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Cirrus tragó saliva cuando se encontró delante de una flamante motocicleta, pensando que debía de subirse encima de ese vehículo para ir junto a Keisuke a la reunión con ese líder suyo de la pandilla a la cual pertenecía.

Valoró la idea de echar a correr, mandarle a la mierda y de llegar a casa antes de que su padre se diera cuenta de que había salido, a pesar de que tenía la coartada de Misu. Pero, algo dentro de él le decía que si no se subía a la moto con Keisuke, él mismo le perseguiría y le arrastraría hasta dónde él quisiera.

—¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche o qué? —Baji refunfuñó, encendiendo el motor de su vehículo.

—Sólo estaba pensando en que de verdad tengo que irme. —contestó Cirrus cruzándose de brazos, tratando de convencer a su acompañante de realmente le corría prisa el marcharse.

—Si tanta prisa tienes... —una sonrisa sarcástica creció en los labios del moreno— Súbete y vámonos ya a la jodida reunión. Será rápido si no haces ninguna rabieta como un niño pequeño.

—¿Por qué tengo que ir yo a conocer a tu líder? —resopló Cirrus, viendo los colmillos de Keisuke. Rápidamente, apartó su mirada rojiza y, con un suspiro, se subió al vehículo vehículo agarrándose firmemente a la parte trasera del mismo para no caerse.

—Eres un testigo de la pelea. —contestó él simplemente— Habértelo pensado antes de meterte de por medio.

—¿Así me vas a agradecer el salvarte el culo? —Cirrus rodó los ojos.

—No te he pedido ayuda en ningún momento.

El peliblanco ignoró las palabras del conductor del vehículo, pensando de manera inmediata que Keisuke era un total desagradecido y, por si fuera poco, malhumorado. Que él recordara, no había hecho nada que pudiera molestarle, entonces, ¿por qué le miraba de aquella manera?

Le miraba como si le estuviera molestando; como si él hubiera cometido un error. A veces, la mirada de Keisuke le parecía similar a la de los tipos con los que tenía que lidiar todos los días en Sendai cuando se enteraron del estigma con el cuál él cargaba.

Tokio tomaba cierto encanto sobre una motocicleta, más cuándo el conductor sabía cómo conducir rápido para que el paisaje se volviera borroso a cierto punto. Sin embargo, la preocupación de la posible reprimenda de su padre seguía presente en la mente de Cirrus, y eso le hizo no poder disfrutar del viaje todo lo que hubiera querido. También quizás no pudo disfrutar del viaje porque, el conductor, era Keisuke.

En cierto momento, cuando el moreno giró por una calle peligrosamente rápido, Cirrus sintió que se resbalaba de la motocicleta; lo cuál hizo que su corazón se acelerara y que sus manos, de manera instintiva dejaran de agarrarse a la parte trasera para, ahora, aferrarse al torso del conductor.

Baji abrió los ojos sorprendido, disminuyendo la velocidad porque ya estaban cerca del lugar de la reunión; sintiendo en su espalda el cómo Cirrus se había acercado tanto a él como para sentir su pecho presionado contra su piel. Eso le hizo estremecer y rodar los ojos, a pesar de que no le dijo que dejara de tocarle.

𝗘𝗦𝗧𝗜𝗚𝗠𝗔,          baji keisukeWhere stories live. Discover now