Fin

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•• Hiraeth ••
Con su corazón latiendo con fuerza y sus manos empuñadas hasta que sus nudillos se blanquearon, se mantuvo con la vista fija en él.
Relamió sus labios igual que cada vez que la ansiedad lo recorría, rodando su anillo de bodas para buscar calma, sonriendo de manera inevitable cuando lo vio aparecer, sosteniendo su casco bajo uno de sus brazos y mirando hacia las gradas. Su sonrisa entonces se amplió, enviando aquella sensación difícil de explicar al cuerpo del modelo — ésa que sólo Jungkook era capaz de despertar.
Entonces pudo seguir cada movimiento del pelinegro, quien llevaba su mano, la misma en la que su anillo se encontraba, hacia su boca.
Ah... Tan presumido como siempre, incluso aunque el tiempo pasara.
Con una sonrisa, imitó su acción y luego, lo vio terminar de equiparse y golpear tres veces a su nuevo bebé. Aquel con el que llevaba sólo unos meses de luna de miel, como Jungkook había dicho al comenzar en la nueva Escudería (llevándose a parte de su antiguo equipo).
Se dedicó a escuchar los últimos avisos antes de que el sonido ensordecedor de los motores fuese acallando las voces emocionadas de las personas a su alrededor. Estaba nervioso, tal cual había estado desde que Jungkook había tomado sus manos para contarle que lo querían de regreso ahora que su recuperación estaba finalizada.
Recordaba su negativa rotunda, su noche completa encerrado en la habitación que compartían y la mirada de su esposo llena de empatía hacia sus emociones mientras lo escuchaba listar cada una de las razones por las que no pensaba aceptar aquella idea absurda de regresar a las pistas. Pero también recordaba la forma en la que Jungkook lo había besado en el momento en que se sintió incapaz de retener las lágrimas de terror.
Porque volver, significaba revivir la angustia de cada circuito... Volver, significaba tener aquel "Y si algo sucede..." de vuelta en sus vidas. Y Taehyung temía aquello... Temía volver a sentirse tan perdido como lo hizo en el instante del accidente.
Mas una de las muchas cosas que había logrado que lo amase de la forma en que lo hacía, era el amor y la pasión que el piloto demostraba hacia su trabajo. Así que entre caricias llenas de amor, había cedido a aquello. Porque la forma en que los ojos de Jungkook brillaron en el instante en que la idea de volver a correr estuvo ahí, era la confirmación de que siempre querría ver a su esposo optando a la felicidad plena.
Y aunque la temporada ya llevaba varias fechas y Jungkook realmente estaba haciéndolo bien, el miedo seguía presente. Habían pasado por largos años de terapia para que su movilidad fuese completa; y quien no supiera, fácilmente podía pasar por alto le dificultad casi imperceptible de algunos movimientos. Pero Taehyung, quien había recorrido su cuerpo por completo y lo conocía mejor que cualquier persona, temía que todo aquel progreso que a ratos creyó, no iba a llegar, fuese en vano.
¿Cómo no temer? Si ahora de vuelta en Mónaco, su cabeza parecía divertirse al repetir aquella horrible imagen... Por eso, cuando la última vuelta estuvo finalizada para Jungkook y vio la bandera a cuadros ser agitada, el alivio que lo recorrió fue evidente. Se levantó de su lugar apenas pudo, esquivando a los asistentes hasta llegar a la zona restringida. Sus labios se curvaron la ver al piloto llegar, jadeando por haberse apresurado a su encuentro, lanzando su casco de manera descuidada para sostener la cintura del modelo que ahora se encontraba rodeando su cintura con sus piernas, abrazándolo por el cuello como si necesitase reafirmar su presencia.
Sonrió, acariciando su espalda y ayudándolo a buscar soporte en el piso una vez más. Sus ojos se encontraron apenas hubo algo se distancia entre ambos, misma que desapareció rápidamente en un beso ansioso.
Escuchar el suspiro de alivio del modelo contra sus labios le dejaba claro que Taehyung seguía asustado, pero lo comprendía. No iba a negarlo, cada carrera ahora iba acompañada del temor por no regresar.
— ¿Qué hace un hombre como tú en un lugar como éste? — preguntó con una sonrisa apenas terminó (de mala gana) de besarlo.
La risa suave de Taehyung seguía removiendo todo en el piloto. En serio, quizá era el modelo quien lo mataría y no un jodido circuito...
—Espero a mi esposo, así que no creo que debas coquetear conmigo.
—Mierda, ¿Qué tal si saboteo su automóvil? —bromeó, dejando que las manos de Taehyung acariciaran de forma ascendente su pecho hasta sus hombros—, siempre he tenido curiosidad por los modelos.
Rodó sus ojos, apegando su cuerpo al de Jungkook. —Pues no soy cualquier modelo, así que me ofendes.
—Aw, mi pequeña cosita arrogante... ¿Ya estás más tranquilo?

—Lo estoy —aceptó, sonriendo al ver a su esposo, sin poder contener el orgullo que sentía al saber que Jungkook seguía poniendo todo de él para volver al rendimiento de años antes—, y tú lo hiciste increíble, Gukkie.
—Lo sé, lo sabes —dijo entre risas, hundiendo su rostro en el cuello del modelo para aspirar su aroma.
—Idiota presumido... Te amo.
Sonrió, afianzando su abrazo y depositando un beso suave en el cuello del modelo. —Y yo a ti, con mi vida.
—Eres el mejor, siempre.
Se quedó abrazándolo por mucho, suspirando profundo al sentir aquella sensación de pertenencia que sólo Taehyung era capaz de despertar, porque el castaño era su hogar, aquel que siempre extrañaba cuando no estaban juntos.
Entre sus brazos, todo hacía sentido para Jungkook. Sus palabras de apoyo siempre eran las perfectas, y quizá —aunque fuese difícil de aceptar— no siempre sería el mejor, pero si el modelo lo decía, si Taehyung lo repetía con sus ojos desbordando amor tal cual cada vez, entonces nada podía cambiar aquello para Jungkook.
Fin

Mío Where stories live. Discover now