9

62 3 0
                                    

9
Cuando regresó a su apartamento y se encontró con su hermano esperando por él, lucho por sonreírle de manera normal. Podía ver en la expresión de Seokjin que el mayor se sentí culpable, pero Taehyung simplemente ignoró esto y entró su hogar, permitiéndole el paso también a su hermano.
Sus días en Londres habían drenado toda su energía... Su encuentro con el piloto en realidad, había logrado remecer cada uno de los débiles cimientos con los que había alzado aquel muro luego de que rompieran su compromiso.
Durante toda esa noche, se había permitido liberar toda su frustración en modo de lágrimas, repitiendo aquella escena en su cabeza una y otra vez, sintiéndose ahogado por los sentimientos que tenía hacia el pelinegro y odiándose por ser así de débil. Odiándose por haber anhelado por un instante el volver a momentos donde no existían gritos, rabia ni recriminaciones. Momentos donde la sonrisa del pelinegro bastaba para solucionar el peor de sus días y donde, pese a todo, un te amo era sinónimo de alegría y no de dolor.
Todo se volvía caos, porque parte de él seguía sintiendo esa nostalgia destructiva por la presencia del piloto, mientras que su cabeza seguía repitiendo un gran no...
—Lo siento —Seokjin comenzó, sin saber realmente qué tanto era el alcance de lo sucedido pues Jungkook se había negado a explicar las cosas, aunque su estado etílico poco había ayudado—, no me di cuenta que estaba escuchando nuestra videollamada, si hubiese sabido...

Taehyung intentó sonreír, pero por primera vez en esos dos años, se sintió sin energías para mantener esa fachada de aparente tranquilidad y superación. ¿A quién engañaba? Si al primer roce con el innombrable, todo había temblado bajo él.
—No es tu culpa, no tienes que venir cada vez que Jungkook hace algo, Jinnie —respondió sin poder evitar la tristeza que matizaba su voz, dirigiéndose al sofá para dejar caer su cuerpo.
Jungkook.
Su hermano había dicho "Jungkook" sin ningún insulto de por medio... No innombrable, no idiota... Sólo Jungkook. Mierda, ¿Qué había pasado en Londres?
— ¿Discutieron? —preguntó con cautela, sintiendo cómo el aire quedaba estancado en sus pulmones por un instante cuando una sonrisa curvó los labios de su hermano. Dios, ni siquiera recordaba que su hermano pudiese verse así de triste incluso con una sonrisa adornando su expresión.
—No sé ni por qué preguntas, sabes que es así —musitó, aunque aquella discusión había sido tan diferente. No había sentido la rabia habitual en el piloto, simplemente la desesperación.
— ¿Y por qué no estás gritando? Es... Tan extraño...
—Los recuerdos funcionan de forma cruel, ¿No crees? — respondió en cambio, ignorando la pregunta de su hermano mientras observaba el lugar donde años ante había usado su anillo con felicidad y orgullo—, a veces quieres enfocarte en lo malo para poder justificar to da la rabia, todo el dolor... Pero entonces sólo recuerdas cosas que deberían estar enterradas.

—Taehyung, ¿Qué pasó? —se acercó a su hermano, sentándose a su lado al ver que el castaño se quedaba observando sus dedos por largos minutos, sus ojos demostrando emociones indescifrables—, ¿Te dijo algo malo?
—Frío —dijo de forma repentina, confundiendo incluso más a Seokjin ante esto—, en Monza, en Shanghai... Hacía frío, Jinnie. Lo sé, porque debería recordarlo molesto e incómodo de ese clima, pero entonces pienso: Ah, pero él estaba abrazándome... Entonces ya no sentía frío y el clima no importaba.
—TaeTae —sostuvo su rostro, limpiando las lágrimas que comenzaban a caer silenciosas por sus mejillas, abrazándolo mientras lo sentía sacudirse tenuemente por los sollozos que morían ahogados—, está todo bien. No estás solo, Tae.
Se aferró a su hermano, queriendo agradecer sus palabras y decirle que lo sabía. Que era plenamente consciente de que tenía personas increíbles a su lado en las que podía confiar y apoyarse, pero era incapaz de arrancar aquel nudo en su pecho que por años ignoró.
No estaba solo, pero se sentía por completo vacío.
Era algo estúpido, porque ni siquiera mientras había llamado a cada uno de sus invitados, devuelto cada jodido regalo y cancelado cada preparativo, se había sentido de esa forma. Pero había bastado un simple beso para recordarle —o confirmarle en verdad—, que su ex prometido parecía ser de esas personas que se aferraban a ti para no irse nunca más.
Y quería sacudirse de todas esas emociones, centrarse en lo horrible que podían volverse y enfocarse en que jamás podría olvidar la inseguridad que sintió. Pero entonces volvía a darse cuenta que tras  esas cosas negativas, seguía crepitando de manera tímida aquel otro sentimiento.
—No es justo —susurró, intentando ordenar sus ideas de manera infructuosa—, ¿Por qué no puedo dejar de sentir esta horrible cosa?
Suspiró, forzando a su hermano a separarse para enfrentarlo, sorprendiéndose de no encontrar la ira acumulada de siempre, sino puras emociones sin contención. No pudo evitar recordar el momento en que Taehyung lo había presentado con el piloto, porque sus ojos también habían reflejado lo mismo que ahora veía.
—Necesitas dejar de lado toda esa rabia, Tae. No por Jungkook- ah, sino por ti —sonrió, despejando la frente del menor—, estás tan cerrado en las discusiones y en lo que pasó ese día, que no te das cuenta que el problema es por completo diferente.
—No puedo. No puedo dejar de odiarlo... No puedo, porque si no siento este enojo y toda esta frustración, no voy a poder seguir, Jinnie. No quiero que duela, así que prefiero mil veces sentir rabia.
—Así también duele, Tae. No te engañes con eso, porque llevas años haciéndolo y mira dónde te está dejando.
El castaño volvió a abrazar a su hermano, cerrando sus ojos mientras intentaba volver a tranquilizarse y recuperar su actitud habitual. Comprendía que Seokjin esperaba que en un momento fuese capaz de ver al piloto y decir las cosas de frente, pero el miedo lo ahogaba.
¿Podía mirarlo a los ojos y arriesgarse a ver lo mismo que ese día cuando le advirtió que no iba a regresar? Se había rendido tan fácil... Y él, tan dolido como estaba, lo había permitido también.

Mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora