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Ese desfile estaba tomando cada resto de energía en él; intentar lucir perfecto y no cometer equivocaciones en la pasarela mientras seguía con su cabeza buscando excusas para posponer aquello, se estaba convirtiendo en toda una hazaña. Esperaba al menos que su sonrisa enmascarase en algo todo el fastidio que sentía al no poder enfocarse en su trabajo y que los flashes y miradas admiradas, suplieran en algo su necesidad de abstraerse de los problemas.
Sólo necesitaba seguir haciendo su trabajo de la misma forma que siempre, demostrar por qué era el modelo más cotizado y... Mierda, ¿Acababa de estrellarse con una de sus compañeras?
Estúpido, estúpido, estúpido...
Sin demostrar la vergüenza por aquel error impensado para él, siguió con el último tramo de la pasarela hasta volver tras el escenario, su sonrisa desapareciendo mientras lo ayudaban a cambiarse una última vez para su última caminata antes de la presentación del diseñador.
—Estás adelantado en los tiempos, Taehyung-ssi, cuida tus pasos sobre la pasarela —escuchó al Director avisar, y aunque su expresión intentaba mostrar empatía, pues un error así no era algo tan terrible, su voz le dejó claro que no podía volver a repetirse.
Por Dios, era Kim Taehyung. Nunca había pasado por algo así... Nunca cometía errores.
—Lo lamento, no va a repetirse otra vez —dijo con seriedad, ignorando el reproche en la mirada del hombre que, por un instante, estuvo dispuesto a rebatirlo—, todo saldrá perfecto.

Ah, Hoseok iba a estar muy molesto cuando bajara de la pasarela... Quizá debiese explicarle que estaba bordeando un colapso emocional, pero eso era aceptar que sus esperanzas estaban tan altas como su propio ego de modelo. No, no podía...
¿Por qué el amor no podía ser como en las partes lindas de las películas? ¿Dónde estaba el manual que avisaba que el riesgo de choques, peligros y sufrimiento eran parte escencial de una relación? Porque sí, había vivido sobre las nubes, pero el infierno también era parte de esa emociones.
Ni siquiera podía culpar a aquel horrible dicho del primer amor nunca se olvida, porque había amado antes (probablemente), y Jungkook — ¿Por qué no podía deja de pensar en su estúpido nombre? —, simplemente había sido la persona que lo hizo querer algo más. Pero de la forma que fuese, el piloto había logrado calar tan profundo en él, que aquel Taehyung que se había quedado horas esperando porque regresara años atrás, seguía ahí, esperanzado como un idiota ingenuo. Como el imbécil enamorado que había sido (era).
Mas los años le habían enseñado que su relación, hermosa como había sido, no era ni por asomo lo que debía esperar del amor. En retrospectiva, habían estado condenados a fallar desde el mismo instante en que compartieron la primera sonrisa en esa fiesta pretenciosa. Pero ambos estaban tan ansiosos de caer en aquella atracción que era absurdamente embriagante, que los límites habían desaparecido y entre besos y risas, ambos terminaron por sentenciarse. No tenía sentido, pues las alarmas habían resonado en su cabeza ese día en Monza, pero la curiosidad siempre terminaba ganando.
Tonto de él en creer en aquel idiota presumido. Ingenuo también al creer que alguien más podía reemplazar su presencia en algún modo.

— ¿Y entonces? —Hoseok habló con voz calma, apoyado en el marco de la puerta mientras Taehyung terminaba de desmaquillarse luego de aquel extenuante desfile que, pese a todo, había terminado siendo un evento favorable a la imagen del modelo—, te vi estrellarte con esa chica, ¿Desde cuándo cometes esos errores?
Rodó sus ojos, encontrándose con la mirada de su mánager a través del espejo, fingiendo desinterés. — ¿Qué? Sólo conté mal el tiempo y nos cruzamos, no es gran cosa.
—Taehyung —suspiró profundo, cerrando sus ojos por un instante para contener el impulso de reír ante sus palabras—, tú no cometes esos errores. Ni siquiera cuando comenzabas en el modelaje lo hacías, ¿Por qué debería creer que no es gran cosa?
El modelo entrecerró sus ojos, meditando las palabras que debía usar para excusarse por aquel error impresentable para su nivel de profesionalismo, pero Hoseok parecía esperar honestidad completa y eso era algo intimidante. Exhaló resignado, volviéndose para enfrentar a su mánager, viendo la forma en que una de sus cejas se arqueaba con impaciencia.
—Puede ser que no esté pasando por un buen momento personal, Hyung —dijo lo más tranquilo que pudo, ganándose una risa llena de burla—, ¡Hyung!
—No puedo ayudarte si no hablas. Tengo claro que pasas por un momento de mierda desde que volviste a ver a Jungkook, pero eso nunca antes había logrado que tu trabajo se volviera deficiente. Así que no puedes excusarte de es forma tan simple como si no nos conociéramos por años.

Mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora