|One-shots y escenarios| ~Tokyo Revengers~

|Haruchiyo Sanzu|

Advertencia: escenas +18

Nota: ninguna, léanlo bajo vuestra responsabilidad.

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Yo por qué tengo que cagarla siempre? Por qué me tuve que emborrachar y hacer el ridículo e intentar besarle?

El día de resaca lo pasé fatal mientras trabajaba, entre el dolor de cabeza y el no parar de pensar en lo del otro día, lo pasé horrible. No tuve el valor de llamarlo.

Pero al día siguiente me armé de valor y lo llamé, total tampoco iba a pasar nada.

-si?- se escuchó la voz monotona y aburrida de Sanzu.

-hola Haruchiyo- saludé con tono dulce y algo avergonzada. De repente se escuchó como un plato callendo pero sin romperse.

-haruchiyo? Te pillo bien?- pregunté algo preocupada por el ruido.

-eh? Si si! Me pillas perfecto solo que estaba ehm... ¿Que tal?- ahora su tono cambio a uno más amable y nervioso.

Y la verdad esque cuando te escuchó por el teléfono casi se le cae el plato que estaba fregando y se rompe, pero no consiguió atrapar casi a tiempo.

-bien... Solo te llamaba para hablar contigo un rato- le conté tranquilamente mientras estaba sentada en la cama con un jersey ancho, unos pantalones largos y una coleta mal hecha.

-no esperaba que me llamaras así porque si- admitió mientras soltaba una risa floja.

-si estás ocupado te llamo más tarde o- me interrumpió rápidamente.

-no no estoy perfecto, para ti tengo tiempo siempre- oí el sonido de como ponía una sonrisa.

-que privilegio- solté una leve risa sarcástica.

Después nos tiramos como 3 horas hablando, fluía todo super bien y en ningún momento me dijo nada indebido ni mucho menos es más, notaba como si no quisiera decir nada malo.

Esa llamada me llenó tanto tiempo vacío que tiraba a la basura viendo el móvil que, al día siguiente volví a llamarlo.

Y así, sin quererlo ni comerlo, lo comencé a llamar todos los días durante 2 meses. Obviamente no solo eran llamandas, también quedábamos 1 o 2 veces por semanas.

Mi trabajo explotador y su ocupada agenda de oficinista hacia un poco difícil esas quedadas, pero no imposibles.

Y sin darme cuenta, poco a poco fuí conociendo al "nuevo" Haruchiyo. Porque si, había cambiado y mucho, me lo había demostrado.

Antes solo con mencionarle otro hombre que no fuera él ya se ponía hecho una furia y no me dejaba ni hablar, en cambio ahora me escuchaba hablar gustosamente hasta de mis compañeros de trabajo.

Se interesó tanto que un día lo invité y quedamos los tres juntos, al final resultaron llevarse bien ya que tenían gustos parecidos.

También lo notaba más detallista, relajado, no se cabreaba con nada, siempre me ayudaba en todo.

Me demostró que ese monstruo en el que se convirtió durante 5 o 6 años de su vida, habían acabado para siempre y que volvía a ser al Haruchiyo que siempre he amado.