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liverpool, 1960
habían pasado algunos días desde la confrontación entre paul y oliver, pero la cabeza de mccartney se encontraba tranquila, pues tal parecía que el ex amigo de love no volvería a interponerse en su camino.
paul tenía su guitarra en manos. estaba intentando componer algunas melodías para una nueva canción, pero se encontraba en blanco desde hace un buen rato. simplemente nada llegaba a su cabeza aunque estuviera concentrado únicamente en eso.
puso el instrumento a un lado, al igual que la libreta que se encontraba sobre la mesa en frente de él; recargó sus codos sobre tal superficie plana y colocó su rostro sobre la palma de sus manos. estaba un tanto cansado, pues el sueño no era algo que pudiera conciliar en esas noches. sus pensamientos a esas horas se basaban en una sola persona: love.
la castaña merodeaba en su mente y, a su lado, las palabras que le dijo hace un par de días atrás.
paul no quería mal interpretar la situación, pero la frase que salió de los labios de taylor parecía tener un único significado. ¿aquello era realidad, o solo una fantasía que le jugó su mente enamorada?
¿realmente tenía que intentar conseguir algo más allá de una amistad, tomando en cuenta que love ya lo había rechazado una vez?
todo era demasiado confuso para el joven, pero en el fondo de su corazón deseaba mostrar abiertamente todo el amor que había acomulado por love desde hace años.
el pelinegro suspiró un poco agotado y decidió relajar su mente, así que cerró los ojos con delicadeza mientras se recostó en el respaldo del sofá. sin analizarlo, love llegó a su mente una vez más; su sonrisa, voz, ojos y todo en ella simplemente eran preciosos ante los ojos de paul, quien emanó una sonrisa después de imaginarla.
quizá no era igual que las modelos de las revistas, incluso llegaba a descuidar un poco su físico, pero al final de cuentas eso era lo que volvía loco a paul: simplemente era ella, sin importarle lo que el resto dijera.
su originalidad tanto mental como física era especial para el pelinegro. love lo hacía sonreír y disfrutar los momentos al máximo cuando estaba a su lado. le brindó vida cuando creía que esta ya no tendría sentido, la muerte de su madre fue el suceso que lo llevó a su punto emocional más bajo, pero ella apareció como un milagro destinado a darle luz a sus días.
paul sonrió de nuevo, pero definitivamente esa fue una expresión que delataba cuán enamorado estaba.
recordó la vez en que sus sentimientos por ella comenzaban a florecer. él tenía tan solo catorce años y le había robado un beso cuando se dejó llevar por sus emociones... las cosas no resultaron como él esperaba, pero a fin de cuentas aquello no arruinó lo que ambos tenían.
