¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
┗━━━━•❅•°•❈•°•❅•━━━━┛
liverpool, 1956
un par de ojos color hazel adornados con hermosas pestañas rizadas se encontraban cansados y a punto de cerrarse inconcientemente cada cinco minutos, el sueño no era algo que paul lograba conciliar desde hace un mes atras debido a las olas de alternativas que lavaban su somnolencia. se preocupaba inmensamente por su futuro a pesar de contar con tan sólo catorce años.
sin duda la pérdida de mary había tenido el mismo impacto en la familia mccartney que un avión en picada colapsando en un edificio. los dos miembros más pequeños de la familia vieron y escucharon llorar a su padre por primera vez, el hombre llegó a su punto más bajo.
paul no era una persona muy detallista en ese entonces, pero hizo una excepción al tratarse del primer mes sin su mamá. se dirigía rumbo a la florería de la zona en busca de las flores favoritas de su progenitora: rosas rojas.
leyó el gran letrero, “la maison des fleurs”. los dueños del lugar eran una familia francesa, por eso el nombre.
abrió la puerta y seguido de eso se escuchó el sonido de una pequeña campana, avisando a los encargados del lugar la llegada de un nuevo cliente. habían macetas de colores diferentes con una gran variedad de flores, dándole al lugar un aroma espléndido. después de caminar por los pasillos de la florería alrededor de tres minutos divisó las rosas, al tenerlas cerca las olfateó con los ojos cerrados y disfrutó el delicioso perfume natural que ellas brindaban.
—¿deseas llevar estas? —le preguntó la encargada del lugar.
—sí, ¿qué precio tiene la docena?
—veinte libras, joven mccartney —la mujer conocía al chico, pues su padre la contrató para los adornos florales del funeral de mary.
paul observó el dinero que guardaba, a penas tenía la mitad del precio.
—llevaré seis.
—perfecto, ¿quieres que la adornemos en un ramo?
—¿eso tiene un precio extra? —cuestionó con el entrecejo fruncido.
—no, es completamente gratis —explicaba amablemente.
—entonces sí.
la mujer pelinegra sacó las seis rosas de la maceta con cuidado, pues tenían espinas que quitaría con ayuda de unas pinzas especiales. paul observaba con atención el trato cuidadoso hacia las flores, tal parecía que la florista tenía experiencia, pues no era lenta y no se pinchaba con ninguna espina.
