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liverpool, 1960
mccartney corría bastante apurado en busca de su amiga, pero parecía que los pasos de love habían sido el doble de veloces. no la encontró por ningún lado; no estaba en las bancas donde solían platicar por horas, no estaba en biba comprando ropa, ¡ni siquiera estaba en el puesto de helado!
paul comenzó a entrar en pánico y el miedo de no aclarar esa situación corría por sus venas. el pelinegro se detuvo un momento en un intento de recuperar su aliento y normalizar sus fuertes y cansados latidos en su corazón. se sentó sobre el suelo al lado de un árbol, juntó sus piernas con su pecho y las abrazó. la situación hacía que se sintiera tan pequeño y vulnerable en comparación con lo que sucedía a su alrededor.
simplemente no podía dejar el tema concluido, pues ese mal entendido podría costarle muy caro en el futuro.
la inquietud y frustración habrían hecho que paul soltara unas lágrimas en cualquier momento, pero soportó esas malas sensaciones. tomó un aliento profundo y creyó que lo mejor sería arreglar todo cuando su ambiente estuviera más tranquilo.
el pelinegro miró hacia arriba y logró observar las delicadas hojas que se columpiaban en las ramas del árbol, ellas estaban tan tranquilas y hacían parecer que todos los problemas en el mundo eran muy pocos; sin embargo, nada era como pintaba la naturaleza, pues las cosas eran bastante abrumadoras para paul en esos momentos, pero ese ambiente lo sacó de su realidad por un momento.
suspiró pesadamente por quizá décima vez en el día y se levantó. su angustia había reducido un treinta por ciento, lo que fue suficiente para levantarse y sacudirse la tierra que se adhirió a sus pantalones. el muchacho miró su panorama y comenzó a caminar otra vez, tal vez distraerse era la mejor opción.
no, ¿cómo podría distraerse si básicamente estaba en un lugar que (para él) tenía el nombre de love por todos lados?
tiendas de ropa por ahí, puestos de comida por allá; prácticamente ambos habían pasado buenos momentos en todos aquellos sitios. love había marcado un antes y un después en paul incluso en lugares específicos de aquel vecindario en liverpool.
negó levemente con su cabeza y comenzó a caminar en dirección contraria a esa zona. imaginó que tocar en piano en casa podría ser reconfortante. paul comenzó a patear una roca a medida que caminaba, provocando que esta rodara y lo acompañara en el camino por al menos dos cuadras; tenía las manos metidas en los bolsillos de su pantalón y la cabeza un poco inclinada hacia abajo, emanaba una energía un tanto negativa y quien sea habría podido saber que él no estaba bien tan solo con verlo.
