Universo alterno

24 5 2
                                    

Todo afuera estaba tranquilo y no pudo evitar sonreír

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Todo afuera estaba tranquilo y no pudo evitar sonreír. Era como si desde ese viaje de su antiguo trabajo hacia su casa hubiera cambiado todo, y de repente, al ver el metro, le vino un recuerdo de la primera vez en que lo vio.

—Señor Mustang...

Ese día había estado muy enojada. Su exjefe la había menospreciado, diciendo que como mujer no servía para nada en una imprenta. Como respuesta, ella le tiró una calculadora en la cabeza y mandó todo a volar.

Supuso que su cara debió de mostrar su enojo porque nadie se sentó a su lado desde que se había subido al metro.

«Estación Avenida Central. Salida por la derecha» se podía leer cuando el metro frenó. Ella ni le hizo caso.

Unos se bajaron y otros subieron. A ella le daba igual, chequeó el reloj, que marcaba las 6:40. Sabía que no llegaría a tiempo para sacar a Black Hayate, su perro, antes de que el sol se pusiera.

—Me debe estar odiando —se decía a sí misma.

—Hola, ¿me dejas sentar aquí? —escuchó una voz a su lado.

—Sí, claro —contestó sin muchas ganas y ni siquiera volteó a ver quién era.

El metro arrancó de nuevo, y ella se sentía enojada consigo misma. No veía cómo iba a conseguir trabajo pronto después de su salida tan dramática. Miraba el reloj una y otra vez, sentía que iba más rápido que nunca.

Resopló con firmeza, como si el mundo entero estuviera sobre sus hombros.

—¿Está todo en orden? —preguntó una voz profunda, como si supiera algo que ella no sabía.

—¿Perdón? —respondió, levantando la mirada para encontrarse con unos ojos profundos y enigmáticos que la observaban fijamente.

Era un hombre atractivo, de su misma edad, vestido con un traje negro. Un chaleco claro y una corbata azul daban un toque a su atuendo. Su melena oscura y desordenada caía sobre su frente, y su sonrisa, arrogante, parecía ocultar algo.

—Te noto tensa —señaló el hombre—. ¿Tuviste un día complicado?

Ella lo miró con recelo, alzando una ceja. Era inusual que un desconocido se interesara tanto por el estado de ánimo de alguien. Sin embargo, él pareció comprender su desconfianza e hizo una sonrisa.

—Mis disculpas si fui directo. Madame siempre me enseñó a ser caballeroso y a preocuparme por el bienestar de las personas, incluso si eso me hace parecer un poco raro.

—¿Madame...? —preguntó ella, cada vez más intrigada y desconcertada.

—Sí, sí, me adelanté —carcajeó con despreocupación—. "Madame" es su nombre artístico en el bar donde trabaja. En realidad, se llama Chris Mustang, y yo soy Roy Mustang, su hijo adoptivo —luego, extendió la mano hacia ella—. Un placer conocerte, señorita...

—Hawkeye. Riza Hawkeye —respondió la mujer, estrechando su mano en un apretón que pareció durar una eternidad.

—Entonces, ¿me contarás por qué estás tan tensa, señorita Hawkeye? —insistió Mustang, como si no pudiera esperar un segundo más.

Riza suspiró. Roy Mustang era un hombre impaciente.

—Mira, señor Mustang, la cosa es así. Parte del mundo del diseño editorial no encaja con mi forma de ver las cosas, así que terminé lanzándole una calculadora a la cabeza a mi exjefe —confesó, mientras él mostraba una expresión de completa sorpresa ante el giro inesperado de su historia—. Ahora me encuentro sin trabajo y, además, llegaré tarde para sacar a pasear a mi perro.

Roy soltó una risa contagiosa que llenó el vagón del metro.

—Me sorprende que no estés más furiosa. Yo, por mi parte, no podría soportar perder mi trabajo y traicionar la confianza de mi fiel compañero canino. Pero, si te interesa, puedo ayudarte a resolver el problema del empleo.

La mujer observó con detenimiento cómo Mustang sacó una tarjeta de su bolsillo, en la que se presentaba como diseñador gráfico y figuraba también el logo de un lugar.

—Tenemos un estudio y somos pocos. Recientemente, nos contrató una escuela secundaria y estamos buscando a alguien para encargarse de algunos folletos —explicó Mustang antes de que Riza pudiera reaccionar—. Si te interesa, ve y habla con mi jefe. Estoy seguro de que te darán el puesto.

Riza observó sorprendida la tarjeta de nuevo y luego al hombre que se la entregó. Se preguntó cuáles serían las verdaderas intenciones detrás de tanta amabilidad.

—La verdad, no sé qué decir.

—No te preocupes, Riza. Lo importante es que vayas mañana y consigas el empleo —dijo Roy Mustang, poniéndose de pie—. Me toca bajar.

—Oh, vaya —exclamó Riza, sorprendida. Un poco de decepción la invadió al darse cuenta de que debía despedirse—. ¡Muchas gracias!

—De nada —soltó Mustang y avanzó unos pasos. Sin embargo, se detuvo por un momento y agregó—. Ojalá te vea pronto, y permíteme decirte que te ves mucho mejor con una sonrisa en el rostro.

Riza abrió los ojos con sorpresa.

De repente, todo su enojo se desvaneció, y comenzó a pensar que el viaje en metro podría ser muy interesante.

Nota de la autora: Con el Royai me pasó que nunca pude escribir algo fuera del canon, ya que Arakawa dejo un gran universo para explorar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Nota de la autora: Con el Royai me pasó que nunca pude escribir algo fuera del canon, ya que Arakawa dejo un gran universo para explorar. Aunque no puedo decir que este AU sea malo.

Ciao.

El alquimista y la francotiradoraWhere stories live. Discover now