—Juls, te ves impresionante.—
Valentina apenas podía mantener sus manos y labios lejos de Juliana. Se veía hermosa para Valentina todos los días, pero esta noche, estaba radiante. Juliana podría hacer que todos voltearan a verla en cualquier evento de alfombra roja al que asistiera. Por un momento, Valentina contempló cancelar sus reservas en el restaurante y llevar a Juliana a su apartamento para que pudieran salirse con la suya rápidamente, ya que ambas claramente solo tenían una cosa en mente.
Podía verlo en los ojos de Juliana. Había un deseo crudo que no había estado allí antes, y estaba excitando a Valentina más con cada segundo que pasaba. Aunque no habían hablado de dónde terminaría la noche, Valentina había planeado una noche romántica, la velada terminaría con una estadía de una noche en el elegante Dragonfly Inn. Valentina había arreglado que el champán las esperara en la habitación junto con un ramo de rosas que había pedido en la floristería de Maddie. También se había asegurado de empacar los DVD originales de la trilogía de Star Wars en su bolso, por si acaso.
Valentina quería que todo fuera perfecto, pero lo más importante, quería que Juliana se sintiera segura. Necesitaba que Juliana supiera que realmente la amaba; Necesitaba que supiera que no estaba corriendo hacia otro lado debido a sus demonios pasados.
Pero, sobre todo, Valentina necesitaba contarle sobre la visita de Sara.
Esperaba que la noche romántica que había planeado disminuyera el golpe que estaría repartiendo más tarde. Valentina había ido y venido durante tres días sobre cuándo y cómo decirle a Juliana que regresaría a Vancouver. En el fondo, Valentina sabía que Juliana lo entendería. Les dolería a ambas pasar tiempo separadas, pero Valentina no tenía ningún deseo de mantenerse alejada más tiempo del necesario para cumplir con sus obligaciones con el programa.
Valentina había leído el guión dos veces e hizo innumerables notas sobre él. Sabía lo que quería para sí misma y su personaje.
—No te ves tan mal.— Juliana juguetonamente le topó la nariz antes de que continuaran su caminata por las escaleras, tomadas de la mano. Empujando la puerta para abrirla, Valentina sostuvo la puerta para Juliana mientras salía hacia la elegante limusina negra que los esperaba. —Oh, carajo— Ella jadeó mientras agarraba el brazo de Valentina con entusiasmo y apretaba. —¿Es para nosotras?—
—Por supuesto.— Valentina la llevó a la puerta del auto cuando el chofer se la abrió. Juliana entregó su bolso de noche al chofer, y se subieron al asiento trasero. Acurrucándose al lado de la otra, Valentina abrió la botella de vino que había comprado para la noche, gracias a la recomendación de Sophie. Era un vino dulce francés que Sophie juró que Juliana amaba. Valentina solo esperaba que Sophie no le hubiera mentido.
—Oh, me encanta este vino—, se rió Juliana mientras le sostenía una copa a Valentina. La vertió con cuidado, ya que no es hazaña fácil en un vehículo en movimiento, antes de servirse una bebida. Golpeando las copas una contra la otra, Juliana sonrió. —Un brindis. A la mujer más bonita del mundo.
—Un brindis por ti.— Valentina sonrió juguetonamente mientras golpeaba sus copas de nuevo antes de que cada una tomara un sorbo. El vino era más dulce de lo que a Valentina generalmente le gustaba, y arrugó la nariz ante el sabor en su boca.
—¿No te gusta?—
—Es muy dulce.—
—Sí, puede dejar un sabor dulce en tus labios por un tiempo.—
—¿Sí?— Valentina levantó una ceja antes de cerrar el espacio entre ellas. Sus labios se encontraron apasionadamente, y una vez más, Valentina contempló cancelar la cena y decirle al conductor que fuera directamente al Inn. Poniendo sus copas de vino en los portavasos, la mano de Juliana recorrió el cabello de Valentina mientras tomaba una pequeña sección en su mano y tiraba ligeramente. No era algo a lo que Valentina estuviera acostumbrada en una relación, y la sorprendía cada vez que venía de Juliana, pero más que nada, la excitaba.
