47 - Final

1.3K 179 31
                                    

AGOSTO

—¿Estás segura de que no puedes ver nada? —Valentina le había preguntado la misma pregunta al menos diez veces desde que subieron a su nueva camioneta y se dirigían a la nueva casa.

—No puedo ver nada, lo prometo. —

Juliana no había visto la casa en casi cuatro meses. Entre el reposo en cama, el parto y tener dos recién nacidos, había estado demasiado ocupada para concentrarse en el tramo final de la casa. Afortunadamente, Eva, Sophie y Lucía habían colaborado para ayudar a Valentina a preparar la casa para que se mudaran. Lo único que tuvo que hacer Juliana fue aprobar los muebles, cosa que hicieron hace un par de semanas.

Y ahora, la casa estaba lista.

Se quedó de pie junto a la camioneta con los ojos vendados mientras Valentina le ataba a Annie al portabebés que llevaba en el pecho. Juliana se dio cuenta de que era Annie por el hecho de que todavía pesaba menos que su hermano. Colocando un beso en su cabeza, Juliana le frotó la mano en la espalda.

—¿Puedo quitarme la venda de los ojos ahora?—

—Todavía no.

—¿Eva? —Juliana frunció el ceño confundida. – Pensé que eras Valentina.

—Estoy aquí—, dijo Valentina desde unos metros de distancia.

—¿Dónde está Dani?

—Está conmigo—. Era Eva otra vez. —Olivia está en el patio trasero con Mateo y Lalo.

Su corazón se hinchó ante esa imagen. Olivia había estado muy emocionada con la nueva casa porque significaba recuperar a su perro. Lalo y su propia habitación parecían disminuir la tristeza de que ya no estaría al otro lado del pasillo de sus amadas Nonna y Marty. Juliana también estaba triste por dejar a Sophie, pero sabía que Sophie estaría en su casa todo el tiempo y viceversa. La distancia entre ellas podría cambiar, pero su amistad nunca lo haría.

—¿Puedo quitarme esto ahora?—

—Todavía no—, respondieron Valentina y Eva al unísono.

—Muy bien.

Suspirando, Juliana se recostó en la camioneta y esperó. Annie hizó un ruidito, haciendo sonreír a Juliana. Ella y Dani eran los mejores bebés. Ya estaban durmiendo en su mayoría toda la noche y estaban creciendo perfectamente en el buen camino. Juliana se inclinó y le besó la cabeza, deteniéndose momentáneamente para absorber su olor. Todavía tenían ese olor perfecto a bebé recién nacido y Juliana no quería olvidar eso nunca.

—Está bien —Valentina caminaba hacia ella por el sonido de su voz—, camina conmigo unos metros y luego puedes quitarte esto.

—Por fin.

Juliana dejó que Valentina la llevara a donde fuera. Valentina tenía una mano en la espalda y la otra sosteniéndola de la mano. Una vez que se detuvieron, Juliana buscó la venda de los ojos, pero Valentina la detuvo.

—Cierra los ojos—.

—¡Oh, vamos Val!

—¿Están cerrados?

—Sí. —Sintió que Valentina le quitaba la venda de los ojos y esperó nuevas instrucciones.

—Está bien, a la cuenta de tres, abre los ojos. Uno... dos...—

—¡Tres!— Valentina, Mateo, Eva, Olivia, Sophie, Martine, Maddie, Jessica, Lucía y Vera gritaron cuando Juliana abrió los ojos. Todos estaban parados en el porche bajo una enorme pancarta que decía —Bienvenidos a casa, familia Valdés-Carvajal— con varios signos de exclamación detrás. Habían globos de todos tamaños y colores alrededor de las columnas del porche.

Mi HogarWhere stories live. Discover now