XXVII

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Despertar se sintió una tortura.

La brillante luz que se colaba entre las cortinas lo cegaba, el dolor en cada uno de sus músculos le impedía moverse, incluso el mas pequeño roce con las sabanas se sentía como si arrancará su piel.

Fyodor había sido todo menos considerado y amable al momento de compartir su nido, era evidente que había buscado todas las formas de causarle dolor, su propósito había sido lastimarlo para su propia satisfacción creyendo que como su instinto de omega lo obligaba a perder todo signo de raciocinio no sentiría nada, pero dolía, no sólo su cuerpo también su corazón.

Era demasiado tarde cuando se dio cuenta de que había cometido el mayor error de su vida.

Debió escuchar a todos los que se preocuparon por él, debió considerar sus propios deseos y no caer en el extremo de entregarse a un desconocido por simple despecho, debió escuchar a Dazai, debió perdonarlo y perdonarse así mismo para poder avanzar en lugar de arrastrar a su pequeña con él.

Odiaba y maldecia lo que pasó esa noche de hace diez años, la forma en que se sintió y tuvo que aprender sobre la diferencia de géneros sin embargo también amaba a su hija que por más que le doliera el pasado no se arrepentía porque ella había llegado para iluminar el oscuro sendero que había estado recorriendo

- tengo que volver... -

Sus brazos apenas podían sostenerlo pero segundos después se desplomó en el colchón comenzando a toser, cuando vio sus manos había sangre, había superado sus límites y su cuerpo estaba mostrando las consecuencias.

- no deberias moverte -

Su mirada se dirigió a la puerta donde un hombre lo observaba, bajo y con sobrepeso, extraño peinado y sin aroma, un beta más

- debo irme- su piel se erizo cuando la corriente de aire lo envolvió- están esperandome-

- aun así no puedo dejarte ir, son indicaciones - una charola fue colocada sobre la mesita de noche, sobre ella había medicamentos, un recipiente con agua y un trapo grisaseo - tienes fiebre, podrias colapsar en el camino -

- estaré bien pero de verdad tengo que irme -

- en cuanto baje la fiebre podrás hacerlo - humedecio la tela en el agua fría y la colocó sobre la frente del pelirrojo, su rostro estaba completamente enrojecido, sus ojos llorosos y la última vez que le tomó la temperatura estaba en 39 grados, claras señales de rechazo al alfa con quien estuvo

- en cuanto baje la fiebre podrás hacerlo - humedecio la tela en el agua fría y la colocó sobre la frente del pelirrojo, su rostro estaba completamente enrojecido, sus ojos llorosos y la última vez que le tomó la temperatura estaba en 39 grados, c...

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- ¿cuanto tomara eso? - si nisiquiera era capaz de salir de la cama ¿como pensaba llegar a la mafia? no podía pisar un hospital o de lo contrario harían preguntas que lo comprometerían

- mañana en la mañana- tomó una jeringa y un pequeño frasco con líquido transparente -pero este medicamento es de rápido efecto así que mientras descanses y comas hoy quizás en la noche puedan llevarte de regresó - preparó la inyección y moviendo la manta de su brazo pincho la piel lastimada

- gracias -

- no agradezcas sólo sigo órdenes - recogiendo todo nuevamente se marcho, no le interesaba la salud del mafioso sólo obedecía al azabache al igual que todos los del edificio

Una vez Nakahara se encontró completamente solo prefirió descansar hasta que la ampolleta hiciera efecto, no esperaría al anochecer, solo quería salir de ahí y olvidar lo que hizo.

El reloj de pared marcaba la una de la tarde, ya habían pasado cinco horas desde que el subordinado del ruso lo había ido a ver, pero también parecía que constantemente habían entrado y salido de la habitación pues había un plato de comida y su ropa limpia en el tocador.

Se puso de pie, sus piernas no dejaban de temblar aunque el dolor había disminuido, el espejo delante suyo le permitía finalmente ver lo que había pasado, marcas moradas como de golpes en brazos, piernas, pecho y espalda, cortes semiprofundos en muñecas y el cuello, además de que las sabanas antes blancas ahora estaban teñidas de sangre en espacial a la altura de su cadera, no le sorprendía que lo haya desgarrado sobre todo después del estado físico en el que lo había dejado

- soy un completo idiota -

Sosteniéndose de los muebles y la pared llegó al baño, necesitaba una larga ducha para arrancar el malestar que sentía, lo pegajoso que estaba y los restos que quedaron en su interior, después se preocuparía y tomaría un anticonceptivo aunque si su omega había rechazado al alfa dudaba en sobremanera quedar embarazado.

Nisiquiera se pregunto quien lo había vestido, se quito la camisa sucia que apenas lo cubría dejandola en el piso seguido de la gargantilla antes de entrar a la caída de agua.

Primero fría y sus heridas dolieron, luego tibia y la tensión en sus músculos comenzó a disminuir, duro largos minutos disfrutando de esa sensación antes de buscar un jabón y comenzar a lavarse

Su cabello era un desastre, días removiendose sobre la almohada provoco grandes nudos que serían difíciles de peinar, ninguno de los productos de higiene personal eran como los que tenía en casa, todos baratos algunos sin olor, el shampoo en lugar...

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Su cabello era un desastre, días removiendose sobre la almohada provoco grandes nudos que serían difíciles de peinar, ninguno de los productos de higiene personal eran como los que tenía en casa, todos baratos algunos sin olor, el shampoo en lugar de suavizar sus hebras naranjas las dejó aun más opacas, pero para él era lo de menos, mientras más rápido terminara más rápido volvería a su hogar.

Terminó de enjuagarse y permaneció inmóvil observando el techo, lágrimas bajaban por sus mejillas una tras otra perdiéndose con el agua de la regadera, se estaba conteniendo pero no podía seguir guardando esos sentimientos en su pecho, se tiró de rodillas cubriendo su rostro con ambas manos, no podía dejar de preguntarse cómo es que terminó cayendo tan bajo.

El mafioso terminó de vestirse con el traje negro que lo identificaba, dio un largo suspiro viendo a través del espejo cuanto había cambiado desde que despertó, aun se sentía débil, cansado, pero debía fingir para no seguir mostrándose débil y patético, una mala imagen para alguien que pertenecía a una de las organizaciones criminales más poderosas de toda Asia.

Colocó su sombrero y tomando las pocas cosas que había llevado consigo salió, camino lo más derecho posible por el pasillo hasta el ascensor esperando encontrarse con Dostoyevski o el albino que lo recibió días atrás para avisar que se marchaba, le impresionó ver que en la planta baja lo estaba esperando ya un auto para llevarlo de regreso a la ciudad.

No volvió a ver a ninguno de los tres rusos y esperaba que dejar ese edificio significará cerrar un capítulo de su vida que nunca se volvería a repetir.


。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆


Tres capítulos casi seguidos, me siento inspirada o(〃^▽^〃)o así que comenten si quieren uno más

Mi mayor secreto ★Soukoku★ PausadaWhere stories live. Discover now