06. UN SUEÑO HECHO REALIDAD

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       Sumidos en sueños diferentes, Mary Jane y Peter descansan sobre una cama. Ella tiene una leve sonrisa dibujada en los labios; sin embargo, él, empapado en sudor, tuerce el gesto. De nuevo, dos niños son espectadores de lujo ante el acto que les hará nacer. Nacimiento que al fin se produce y cuyos nombres son Sarah y Gabriel... Sarah y Gabriel... Sarah y Gabr... Peter despierta, asustado. «Esa maldita pesadilla otra vez... Gwen... sé que nunca me habrías engañado y menos con él, pero...».

       Se lleva las manos a la cara, frotándose los ojos con fuerza. Resopla, intentando ver a su alrededor. Poco a poco, adapta la vista a la oscuridad que le rodea. Está en una habitación en la que entra un resquicio de luz entre las cortinas. Parece de noche. Repara en la respiración suave y regular de Mary Jane, dejando escapar un leve suspiro. Confuso, se sienta al borde de la cama, apoyando sus pies descalzos en el suelo. Examina de forma más minuciosa la habitación.

       Para su sorpresa están en la antigua casa de tía May en Forest Hills. Sin comprender cómo es posible, se levanta con cuidado de no despertar a Mary Jane. Se estira, recolocando músculos y columna, acompañado de un sutil crujido de sus articulaciones, que le paraliza... Vuelve la vista hacia a ella: Falsa alarma; sigue dormida. Aliviado, continúa examinando el cuarto, ya que un tiempo atrás, si mal no recuerda, el desequilibrado de Charlie Weiderman incendió la casa de May, reduciéndola a cenizas. Motivo por el que Tony ofreció a los Parker vivir en la Torre Stark junto con el resto de Los Vengadores. Aceptando lo que ven sus ojos, se aproxima a una pequeña mesa con fotos que hay bajo la ventana. Una mesa que nunca antes estuvo ahí, sino junto a la cómoda. Peter observa las fotos de cerca, pensando que tal vez lleve días dormido por culpa de su extenuante actividad como Spider-Man y que todo lo vivido recientemente ha sido un desafortunado sueño, como el de los hijos de Gwen. Coge las fotografías inclinándose hacia la ventana para aprovechar algo de luz. Se recrea en algunas de las instantáneas que le han acompañado durante su vida, hasta darse cuenta de que hay dos imágenes que no recuerda. No obstante, le transmiten una inquietante paz.

       En la primera, ve a Mary Jane con una niña pelirroja, de unos meses, en brazos, posando junto a May y Anna Watson. En la otra fotografía, salen las mismas protagonistas, además de él mismo, en una clásica foto navideña. Le llama la atención que la niña es más mayor, de unos dos años. Con ambas fotos en las manos, Peter vuelve la mirada hacia Mary Jane, que duerme plácidamente. Posa los marcos sobre la mesa y mira por la ventana. Es el barrio donde se crio, pero... Despacio, avanza hacia la puerta de la habitación. El pasillo está oscuro, lo cual no le incomoda para andar por la casa, que se conoce al dedillo. Su primer destino es el cuarto de baño, cuya puerta está abierta, de modo que enciende la luz y entra. Inspecciona el servicio mientras bosteza. A su alrededor ve cosas que le resultan extrañas. «¿Por qué tenemos cepillo de dientes y dentífrico para niños? ¡Oh, Dios!». Sus ojos no dan crédito a la colonia infantil con forma de figura de acción de una superheroína que viste una chaqueta blanca y verde con pantalones bombacho, un antifaz dorado, un cinturón con tres sietes de color rojo en el centro y una larga melena pelirroja, cuyo nombre desconoce, aunque le recuerda demasiado a Mary Jane. «¿Qué narices? No me digas que ha hecho una peli de superhéroes. Pero... Me lo habría dicho», piensa, con miedo de habérsela perdido. De repente, su estómago ruge. «Comeré algo y luego miraré en internet... Ya me vale...». Peter tira de la cisterna y se lava las manos. Antes de apagar la luz, alcanza a ver parte de la puerta de la habitación de tía May. «Qué graciosa. No sabía que había puesto su nombre en la puerta con letras de colores... Je, nunca se es demasiado mayor», piensa.

       Su estómago ruge con más fuerza. Apresurado, camina hasta las escaleras para bajar a la cocina. Desciende guiándose con el pasamanos que tiene a su izquierda, ignorando los diversos cuadros colgados en la pared que se prolongan a la derecha de los escalones. Peldaño a peldaño llega al hall de la entrada, que tiene a un lado la sala de estar con su respectiva puerta acristalada cerrada, y al otro, el salón comedor de corte abierto que conecta el hall con la cocina. Atraviesa el lateral del salón comedor en pocas zancadas, pasando por delante del armarito empotrado bajo la escalera. Llega a la cocina y enciende la luz: está igual que antes del incendio.

SPIDER-MAN: UNA VIDA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora