04. DEMONIOS

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       4:12:21 a.m.

       Transcurridas varias horas desde que Loki salvó la vida de May; la suerte de los Parker parece tomar un nuevo rumbo. Con tal pensamiento, Peter descansa en el ático de Felicia, sumido en su persistente sueño: largo y angelical rubio platino... Corto y diabólico rojo acastañado... Peter reconoce a las dos figuras cuyos rostros se ocultan en la sombra. La fisionomía de sus cuerpos desnudos muestra a una mujer embarazada y a un hombre corpulento palpando la rechoncha barriga de ella. Mantienen un contacto íntimo y cercano, que hiere. ¿Cómo es posible que víctima y verdugo unan sus cuerpos en un solo ser? Inconcebible locura esconde otras dos figuras que enseñan su rostro sin pudor: un niño y una niña; testigos del inminente acto que les hará nacer... Sudoroso, y aún dormido, Peter tuerce el gesto.

       Mary Jane permanece tumbada sobre el sofá de la habitación 614, incapaz de dormir por el exceso de emociones vividas durante la noche. Su mente no para de divagar sobre lo primero que se le ocurre. Hace unos instantes, reflexionaba sobre una peculiar pregunta que escuchó de boca de Bob Reynolds, el superhéroe conocido como el Vigía: "¿Quién es más héroe, el héroe o el héroe que en la sombra sostiene al héroe?". Consciente de que la pregunta formulada tiene por fuente de inspiración una famosa película, Mary Jane piensa en el agradable significado que esconde. Quizá por eso, ella y Peter sean compañeros de viaje tan idóneos. Quizá... Centra su pensamiento en lo grande que parece la habitación ahora que la cama de May no está, y en que la pequeña luz de emergencia que hay encima de la puerta de la habitación ilumina demasiado, por lo que habrá gente a la que moleste cuando intente dormir. No es su caso. Ha pasado incontables noches con la ventana entreabierta, expuesta a la perpetua luz y el bullicio de New York, para que Peter pudiera entrar en casa, lo más directo posible, tras sus patrullas nocturnas. Ahora, impaciente por conocer cómo evoluciona el estado de May, reconsidera si ir a esperar junto a Felicia. Podrían seguir conversando. Se incorpora; sentándose en el sofá. Tiene el pelo suelto y algo alborotado. Se despereza, entre bostezos, palpando el suelo con los pies en busca de sus zapatillas, que una vez encontradas, se calza. Levantada, camina hasta el servicio, olvidando encender la luz antes de entrar. Corrige su despiste. Al ver su aspecto en el espejo se hace una coleta. Bosteza de nuevo. Acerca las manos al grifo, pero se detiene cuando llaman a la puerta de la habitación. Dirige sus ojos hacia la entrada. Los golpes continúan. Extrañada, aparta las manos del lavabo y, sin apagar la luz del servicio, camina hacia la puerta de la habitación.

       —¿Felicia? —pregunta.

       Los golpes cesan, produciendo en ella una incómoda sensación que va a más cuando aparece un sobre por debajo de la puerta; que abre a toda prisa. La incómoda sensación se convierte en plena inseguridad, al comprobar que no hay nadie al otro lado. Con un tímido paso al frente, asoma el tronco para echar un vistazo a ambos lados del pasillo, el cual está desierto. Su corazón late cada vez más fuerte. Asustada, cierra la puerta y echa el pestillo, soltándolo al instante como si quemase. Retrocede, con la vista puesta en el sobre, que se entrevé gracias a la luz del servicio. Hay algo escrito, aunque no distingue bien el qué por la distancia. Distancia que aumenta sin apartar la mirada del objeto que la atemoriza. Camina de espaldas hasta chocar y arrastrar la silla habilitada para las visitas. El ruido de las patas chirriando contra el suelo la espabila.

       «Ya eres mayorcita, MJ. No pasa nada, no... pasa... nada...», se dice a sí misma al tiempo que cierra los ojos e inspira con fuerza, intentando calmarse.

       Segundos después, se aprieta la coleta, expulsando aire de forma pausada. Abre los ojos y avanza hacia el sobre con cuidado. Lee las palabras escritas, en la cara superior, con caligrafía infantil: Para mamá y papá. Mary Jane se detiene. Cambia su estado de miedo por el de furia y se abalanza sobre el objeto para romperlo, pero una llamada interior frena su impulso. Arrodillada, con el sobre en las manos, lee una y otra vez: Para mamá y papá. Resopla angustiada, su respiración se acelera. Abre el sobre, dejando caer su contenido al suelo: una hoja de papel doblada. Por un momento duda, pero finalmente la coge. Incorporándose, desdobla la hoja, exponiéndola a la luz del baño. Lee:

SPIDER-MAN: UNA VIDA MÁSUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum