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࿇ —¿Por qué no me dijiste que te estaban buscando? No... Mejor dicho ¿Por qué no me dijiste que escapaste del orfanato?
Zoro dejó un tazón de arroz cerca de Diana, esperando a que la pelinegra hablara.
—Te lo iba a decir, te lo juro... Es sólo que no sabía cómo —susurró mientras agarraba el tazón.
El niño negó con la cabeza, era en vano pelear con ella, así que la dejó a un lado para ir a su entrenamiento.
—¿Puedo ir?
—No.
Silencio...
—¿Por favor?
—Sólo no te metas en problemas —Zoro dijo saliendo de esa pequeña habitación en la que ocultaba a Diana.
Estaban a nada de ser descubiertos, y quizás... Sólo quizás esa es la razón por la que no dejaba que Diana se vaya, ya había pasado una semana y siempre había una excusa por parte de Zoro.
—Listo —Diana se puso a su lado luciendo un sombrero de paja de gran tamaño, haciendo que sea difícil ver su rostro.
—¿Y eso para que?
Ambos comenzaron a caminar juntos, Zoro miraba a la menor cada cierto tiempo, sus heridas estaban casi curadas.
¿Y si sólo tenía miedo a quedarse sólo de nuevo?
—Vaya... Que lindo.
Diana admiró a su alrededor, estaban lejos de la aldea, y sin duda le gustaba el lugar, en especial la forma en la que te envolvía en un aura de serenidad y tranquilidad.
Incluso en unos minutos... Se pudo notar el cambio entre ambos, ni Diana y ni Zoro tocaron de nuevo el tema de los piratas y que ella quería escapar de aquel lugar.
—¿Lista? —Zoro preguntó extendiendo su katana hacia Diana.
Quien la tomó entre sus dedos para hacerla girar entre ellas, desafiando a Zoro con un pequeño gesto.
El niño, aunque ya había crecido mucho en un año y medio, al igual que su amiga.
Ambos comenzaron con un duelo pasivo, el sol estaba a nada de ponerse, pero aun así siguieron chocando espadas.
