Destinado Omega.

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[...]























                       Chūya de alguna forma siempre lo supo. Era inevitable pensar que a veces todo era su culpa. Tampoco era muy consciente del porque y no quería saber.
Sin embargo, echado en el pasto siendo resguardado del intenso sol por ese frondoso árbol sabio le daba la oportunidad de profundizar con sus sentimientos. Esos momentos donde a la gente le gusta perderse entre la memoria, lamentarse cosas que dijo o no, lo que pudo haber hecho y así. En el caso de Chūya es parecido si dejamos de lado que lloraba desconsolado.
Sus lágrimas amargas y calientes le saciaban el corazón de una forma penosa pero que le hacía falta. Pese que su llanto se mostraba desgarrador, de su boca no levitaba ningún sollozo, era todo calmo. Como si en realidad solo descansara y contara las hojas que caían por la brisa un tanto bruta.
Chūya suspiró, no tenía que preocuparse porque alguien lo amara, en su momento las cosas llegarían y lo harían cuando tuviera que ser así.
Sonrió vivo para apaciguar su lamento y cuando cerró los ojos para dormir unos segundos hasta que percibió una mirada pesada encima suyo junto con un aroma excitante.

—Oh, despertaste.

                       Chūya, que no descansó y apenas pudo cerrar sus ojos quedó un poco desorientado al encontrarse con unos ojos desconocidos y a la vez tan entrañables.
Unos hermosos ojos en realidad que marcaron un recuerdo en su alma en algún momento.

—¿Quién... eres? —preguntó con la lengua enredada por la pereza.

—Mucho gusto Omega —el muchacho sonrió con los ojos complacidos—. Soy tu alfa destinado, ¡tú eres muy guapo! —jugueteó un poco, sin bochorno de su personalidad tan voluble.

—Mi alfa —susurró arrugando las cejas, estaba confundido—... destinado.

—Nee~ Omega, ¿por qué llorabas?

                       El Alfa, se acuclilló dejando de doblar su espalda para ver a Chūya acostado y le pico levemente la mejilla, haciendo que su ojito húmedo se cerrara.
Osamu sonrió orgulloso. Su Omega era muy bonito, tanto como él lo era.
Se fijó mucho en sus pecas en el momento que lo vió y se deleitó con sus ojos apenas estos se revelaron ante él, eran brillantes y delataban su pureza, eran vitales y se volvió adicto a su aroma en un minúsculo tiempo.
Fueron varios segundos los que se conocieron por primera vez y aún así sentía que podía arrancarse el corazón y dárselo aun si no se lo pedía no dudaría. No tenía nada que perder y no desaprovecharía la oportunidad de ser feliz con su dulce Omega.
Oda decía que si tuviera la oportunidad de encontrarlo sería la persona más afortunada. Y su Omega se veía de la misma edad, no pasaba de los dieciséis así que sí, estaba muy muy feliz.

—¡No estaba llorando! —Chūya, avergonzado y con muchas emociones a flor de pie se cubrió el rostro con antebrazo.

—No importa —restó importancia, queriendo volver a tocar su rostro calentito—. ¿Cómo te llamas?

—Nakahara Chūya —se acomodó para verlo y respondió seguro, sin miedo o nerviosismo.
Era reconfortado por la presencia del contrario.

—Chūya... —asintió para sí con los ojos cerrados—. Chūya, Chūya... Chūya.

—Me vas a quemar el nombre —rió el pelirrojo, de la nada se sentía reconfortado.

                       No entendía mucho de lo que pasaba, pero el chico raro que parecía saborear su nombre de letra por letra le hizo bien. Estaba siendo apreciado y disfrutó más de lo que le gustaría.
Miró mejor al Alfa, era delgado y usaba vendas por casi todos lados. Era muy excéntrico. Pero le gustaba era diferente y eso estaba bien para él.

—¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

—Osamu —El Alfa volvió a ver sus gemas y respondió despacito, como si fuera un secreto.

                       Chūya se avergonzó, no por nada en particular o algo que haya hecho mal, sin embargo la deseosa mirada del Alfa le intimida. Era tan... hambrienta, esperanzadora y coqueta.
Estaba avergonzado porque esos ojos le miraban anhelantes de él. Su Omega festejaba feliz de reencontrarse con su Alfa, transmitiendo eso en las feromonas tenues de Chūya, embriagando el momento con dulzura.
Era un tierno encuentro de amantes que terminaría en una larga historia de amor, o al menos así lo esperaban ambos.

Sweetie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora