06: 𝙼𝚊𝚛𝚒𝚐𝚘𝚕𝚍

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Nota: El siguiente texto es un flashback de la Elizabeth de veinticuatro años.

{Elizabeth}

Escupí el chicle que llevaba en la boca a la calle.

Pasé frente a un grupito de hombres que parecían chimeneas de tanto humo que salía de sus bocas. Me miraron de arriba hacia abajo, algunos con muecas pícaras y otros me decían obscenidades.

Los ignoré totalmente y seguí mi camino.

Pronto me encontré con diferentes grupos regados por la calle de hombres, y algunas mujeres, estaban parados al lado de sus motocicletas.

Todos tenían el típico gesto de gente nada amigable.

Algunos estaban cubiertos de tatuajes, otros de piercings y algunas mujeres casi que venían como Dios las trajo al mundo.

Que estereotípico —rodé los ojos.

Era una tontería que nadie que no luciera como ellos no tenía permitido entrar aquí, o te regalaban miradas asesinas y juzgonas.

Después de caminar un poco más, ya me encontraba frente aquel bar. Algunas personas de la entrada me miraban quisquillosos, me daba igual, ya me conocían de todos modos.

Inhalé hondo y entré a paso seguro. No tengo miedo de nada normalmente, pero sé lo que estas personas son capaces de hacer.

Al entrar, muchas miradas cayeron en mí, no les hice mucho caso y seguí hasta la barra.

En el camino saludé a algunas chicas que ya conocía de algún tiempo. Algunas strippers me saludaron con la mano y algunas camareras me guiñaban un ojo.

Al sentarme en el taburete de la barra, uno de los bartenders se acercó a mí con una sonrisa.

Hola, oxigenado —saludé con una sonrisa burlona.

Ya te dije que es natural.

Como digas, Malfoy.

Se rio levemente por la referencia.

¿Lo de siempre?

¿Aún preguntas?

Se volteó para comenzar a preparar mi bebida.

Alguien deslizó sus manos delicadamente por mis hombros, al voltear me encontré con una melena azabache y una coqueta sonrisa.

No pude evitar sonreír de la misma manera.

Jessica...

Hola Lizzy, es agradable tenerte por estos lares.

Se apoyó en la barra resaltando sus pechos, la poca ropa que llevaba hacía resaltar su hermosa figura.

¿Tienes show esta noche?

Depende... —acariciaba mi brazo coqueta.

¿De qué?

El oxigenado puso frente a mí el martini de manzana. Asentí sonriéndole y él se fue a atender a otro cliente.

Tomé un sorbo con el que casi me ahogo al oír la respuesta de Jessica:

De ti, claramente.

Seguí bebiendo dándole una seña de que prosiguiera.

No puedes decirme que lo de la otra vez no te gustó —la pelinegra se mordió el labio mirándome de arriba hacia abajo.

¿Casualidad o Destino? - Cinco Hargreeves Where stories live. Discover now