02: 𝙴𝚕 𝙾𝚟𝚒𝚕𝚕𝚘 𝙼𝚊́𝚜 𝙶𝚛𝚊𝚗𝚍𝚎 𝙳𝚎𝚕 𝙼𝚞𝚗𝚍𝚘.

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{Omnisciente}

Klaus se burlaba de Diego mientras desayunaban. Mientras tanto el moreno solo fulminaba con la mirada al pequeño que devoraba su desayuno a unas mesas de ellos.

—¿Ese niñito es tu hijo?

—Supuesto hijo —el rizado soltó una carcajada.

—Que gracioso.

Five estaba esperando por su bebida en la barra cuando su mirada se desvío por unos momentos.

Quedó hipnotizado.

Elizabeth caminaba hacia él con una falda un poco arriba de la rodilla, usaba una camisa de tirantes algo ajustada y otra camisa de leñador como la del chico, pero esta la tenía desabotonada para que se viera la de abajo.

Más unas lindas botas.

Venía con una chupeta en la boca y admiraba el hotel sin darse cuenta de como Five estaba encantado de verla.

Luego cuando estuvo más cerca de él, notó como Blacky también iba a su lado usando un chalequito color crema como el de Five.

—Buenos días, querido.

—Buenos... Días... Te ves tan hermosa...

Ella sonrió ampliamente para luego darle un beso en la mejilla.

—Me gusta ese nuevo look, aunque no puedo negar que extrañaré el uniforme —se encogió de hombros.

Le quitó el sombrero con diversión y se lo puso, luego se alejó de ahí para sentarse con los otros.

Blacky como siempre se sentó en la silla a su lado.

—¿Y quién es su madre? —preguntó el ojiverde tratando de concentrarse de nuevo en la realidad.

—¿Madre? ¿De qué hablan?

—Parece que Dieguito tiene un hijo perdido —le respondió Klaus burlón.

Blacky y Elizabeth quedaron impresionados, voltearon a todas partes buscando al susodicho hasta dar con él. El niño estaba tan concentrado en comerse su desayuno que ni se inmutó de la presencia de los recién llegados.

—Concuerdo, ¿Quién es la madre? —cuestionó la joven emocionada.

—Lila.

—¿Está aquí? —la pareja hizo una mueca de susto.

—Estuvo, lo dejó conmigo y se fue.

—Que raro, usualmente es al revés —murmuró Blacky divertido.

—¿Qué puedes esperar de esa demente?

—Bueno, ahora es familia —dijo Five resignado.

—Intentó matarnos... Ayer —dijo fingiendo indignación el rizado.

—Como dije, familia —Five se sentó junto a Lizzy.

—¿Y volverá? —Lizzy no quería oír una respuesta afirmativa.

—Más le vale —se quedó mirando al niño—. ¡Porque tenemos cosas más importantes que resolver!

—Tanto te quejas de tu padre pero parece que vas por el mismo camino, idiota —le reprochó el perro.

Blacky se bajó de su silla y se dirigió donde el niño para sentarse junto a él.

El pequeño sonrió y lo acarició mientras le daba un trozo de galleta que el perro aceptó gustoso.

Elizabeth sonrió enternecida, nadie podía resistirse a su niño.

—¿Han visto a Luther? —se unió una nueva voz.

¿Casualidad o Destino? - Cinco Hargreeves Where stories live. Discover now