04: 𝗛𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲 𝗘𝗻 𝗟𝗮 𝗟𝘂𝗻𝗮

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{Elizabeth}

Terminaba de amarrar los cordones de mis botas bajo la atenta mirada de mi bolita de pelo.

—¿Qué harás?

—Buscar a ese idiota, entiendo que este preocupado por el mundo pero dejar a su familia sabiendo que te persiguen unos asesinos no es la mejor idea.

Tomé mi chaqueta y me la puse, seguido metí unas cuantas navajas y armas en mi mochila. Me aseguré de guardar otras cosas importantes y luego ponérmela.

—¿Por qué no hiciste todo eso desde la Comisión? Tal vez nos habríamos ahorrado la interacción con este circo familiar.

—Ya te lo dije, lo intenté pero la seguridad de la Comisión no es fácil de burlar. Mucho menos cuando solo eres un asesino temporal, y no quería arriesgar al tío Herb a meterse en problemas.

Até mi cabello en una coleta alta, luego me puse mis guantes mitones de cuero y di un último vistazo por si no me olvidaba de nada.

—Vámonos.

Nos fuimos directamente a la furgoneta de ayer, caminamos lo más rápido que pudimos para llegar allí en poco tiempo.

Pero lo que encontré fue mucho peor.

El maldito Meritech estaba en llamas, había humo por todas partes y sonidos de cristales rompiéndose.

A lo lejos pude ver a Five correr hacia el edificio.

—¡Vamos, Blacky! ¡Antes de que haga una locura!

Blacky y yo corrimos lo más que nuestro cuerpo nos permitía, estaba a unos pocos metros de llegar cuando una fuerte explosión se oyó.

Me quedé paralizada en mi lugar cuando solo pude divisar a Five en el suelo, de no ser porque vi a Blacky correr hacia él me habría quedado allí sin saber cómo reaccionar.

—¡FIVE!

Me arrodillé a su lado revisando su rostro para ver si estaba bien. Blacky lo olfateaba y revisaba para ver si tenía alguna herida.

—¿Five? Por favor reacciona.

Tenía la vista totalmente perdida en aquel edificio en ruinas, por más que lo sacudía y volteaba su cara para que me mirara nada funcionaba.

—Podremos resolver esto —tomé su mano mientras acariciaba su mejilla.

—Todo está perdido... —susurró levemente.

Blacky le dio un lengüetazo en la mejilla para hacerlo reaccionar.

—Claro que no, podremos resolver esto... Lo prometo.

Entonces volteó a verme finalmente, sus ojos estaban perdidos, como si no hubiera nada en ellos más que conmoción.

—Por favor reacciona —lo tomé de las mejillas sacudiéndolo suavemente.

Él nego levemente mirándome y tan solo segundos después desapareció en esa típica nube azul.

—¡Five, no! —me levanté y le di una patada a un trozo de vidrio enojada—. ¡Eres un idiota!

¿Casualidad o Destino? - Cinco Hargreeves Where stories live. Discover now