Capítulo 20

247 32 70
                                    

Oliver se miró al espejo una vez más, mientras limpiaba algunas gotas de sudor que corrían por sus sienes, estaba más que nervioso, cerraba sus ojos y para concentrarse en los ejercicios de respiración que su propio padre le había enseñado y los que había aprendido en la RADA. Sobre el tocador reposaba la cajita con el anillo de compromiso para Madelaine, la miró una vez más con ilusión. Afuera, los pasillos estaban abarrotados de personas yendo y viniendo haciendo ajustes de último momento, los extras, el resto de los actores de la compañía con papeles secundarios, tramoyistas, todos corriendo de aquí para allá. Por la hora, supo que su familia estaría a punto de llegar, y también ella. Los fuertes latidos de su corazón no cesaban, tampoco esa sensación de hormigueo en su estómago.

Comenzó su proceso de calentamiento, aunque sabía que, de cualquier momento a otro, recibiría la visita de sus seres queridos. Entrar aquí y en el ahora... pensaba al inhalar y exhalar, para entrar en el personaje conectándose con las emociones. De pronto deseó por pura ansiedad fumar un cigarrillo, los nervios propios de un estreno parecían sobrepasarlo, y no le permitían continuar con su ritual de preparación, la ansiedad de saber que pronto vería a Maddy también le desestabilizaba un poco. Abrió la ventana del camerino, y encendió el cigarrillo que extrajo de uno de los cajones del mueble, lo saboreó con avidez, como saboreaba las nieves de limón cuando era un niño y Terry los llevaba por un helado a todos, y los recuerdos trajeron consigo la nostalgia, tomó una nueva bocanada de humo, profunda, casi hasta marearse, necesitaba esa sensación de pequeño vértigo en su cuerpo. Recordó a Rolan Foley, el joven que conoció en la comandancia de la fuerza aérea, deseaba saber que había aceptado finalmente su invitación y estaría entre el público esa noche. Terminó su cigarrillo mientras su mente seguía divagando y dos golpes a la puerta, volvieron a exaltarlo.

—Pase —dijo al tiempo que caminaba para abrir, y se aclaraba la voz.

—¿Puedo pasar?

Oliver sonrió de oreja a oreja, y pareció ver el sol entrar por la puerta.

—¡Mi amor! —se dirigió a ella y la sujetó por la cintura, acercándose con delicadeza para besarla en los labios, acariciando su rostro.

—Te ves encantador, no me imaginé que te verías tan guapo —Maddy lo vio de arriba abajo después de separarse del beso.

—¿Te parece? —Oliver se acarició la nuca nerviosamente.

—Se ve encantador Romeo —ella volvió a acercarse para darle un nuevo beso.

—Y usted Lady Madelaine se ve realmente hermosa esta noche.

Madelaine se movió coquetamente por el camerino, observando aquel espacio tan íntimo de su prometido. Ollie aprecio la linda figura de la mujer que lo había embrujado completamente desde la primera vez que la vio en aquella reunión organizada por Sir Archibald, a la que fueron invitados los Granchester cuando apenas llegaron a Stratford, para darles la bienvenida. Esa muchacha sonriente le había parecido fascinante desde esa misma noche, pero le tomó más de un año abrirle su corazón y declararle todo el amor que guardaba por ella. La observaba como un bello cisne blanco paseándose por el Avon.

—Cariño, cuando llegue mi familia iremos al camerino de Papá. Ev vendrá a avisarnos. Pero antes —dijo el joven actor con tono seductor, hay algo que dejamos pendiente. Oliver caminó los pocos pasos que lo separaban del tocador, tomó la cajita del anillo, y sonrió parándose frente a ella, alzando su barbilla con suavidad para besar sus labios, e hincarse sobre una rodilla y recitarle: Llora en silencio mi alma solitaria, excepto cuando esté mi corazón, unido al tuyo, de mutuo suspirar y mutuo amor.* señorita Madelaine Flower, ¿desea oficialmente concederme su mano en matrimonio, quiere ser mi esposa?

Dear Terry: Nosotros en la tempestadWhere stories live. Discover now