Capítulo 16 (II Parte)

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Oxford, finales de junio de 1941.

Evelyn miraba distraídamente por la ventanilla del auto, seguía callada, tan callada como había permanecido desde que salieron de Stratford, las últimas horas habían sido para ella un torbellino de emociones. Enterarse del reciente compromiso de Ollie y Maddy fue demasiado para ella. No porque no deseara genuinamente la felicidad de su hermano y su mejor amiga. Cuestionaba que, a puertas de alistarse, Oliver estuviera arrastrando a su novia a una situación de incertidumbre y dolor. Mientras más pensaba en aquel anuncio repentino, más le hervía la sangre. Se adentraron a las calles de Oxford al rayar la tarde, justo como fue planeado por Ollie. Personas iban y venían en bicicleta, estudiantes, profesores quizá. Observó de soslayo cuando pasaron a un costado de la Christ Church, suspiró al recordar que siempre iban por poco tiempo y nunca se había dado la oportunidad de visitar la Biblioteca Bodleiana. Debe ser fascinante, pensó. Recostó su mentón en el borde de la ventanilla del auto, y absorta miraba a un lado y otro, como una niña. Volvió a incorporarse sobre el asiento y finalmente abrió los labios para preguntar a dónde vivía Will.

—En High Street, cerca del borde del canal.

—¿Cómo sabrás llegar?

—He venido muchas veces a Oxford Ev. Will me explicó muy bien cómo conseguir el edificio, además es High Street, es fácil llegar.

Después de cortos minutos el muchacho anunció que habían llegado, se estacionó frente a un bonito edificio pintado de blanco con múltiples ventanas. Él se apeó primero luego de apagar el motor. Rodeo el auto, y abrió la puerta trasera para sacar los pequeños bolsos con los que habían viajado. Evelyn, miró el edificio, y la calle escudriñando el lugar. Oliver le hizo un gesto para que se acercase a la puerta tras él y llamaran a través del citófono. Will que los esperaba ansioso, respondió de inmediato, y salió al pasillo del segundo piso para esperarlos allí. Los tres se abrazaron con cariño apenas se vieron.

El departamento era inesperadamente grande, William había transformado un buen tramo del living en biblioteca. La simple estantería estaba atestada de libros de medicina, y sólo algunos de literatura, la mayoría regalos de su padre. Muebles modernos tapizados en color crema, y un pequeño comedor de cuatro puestos frente a una de las ventanas. Luego un pequeño corredor y dos habitaciones, y un cuarto de baño. Evelyn lo recorría callada. Se adentró a la habitación principal y sus hermanos se quedaron rezagados conversando, Oliver ponía a William al corriente de todos en la casa familiar.

—¿Qué le sucede? —preguntó William refiriéndose a Evelyn.

—Esta de mal humor... no sé está en sus... ya sabes, como decía mamá cuando nos pedía que no la molestáramos... ¡sus días difíciles Will!

—No seas grosero...

—Y tú no vives con ella. No la conoces tanto como yo.

—¿Qué ha sucedido con Dedlock? ¿Se ha mantenido en contacto, le escribe?

—Sí, con bastante frecuencia, pero ella no tiene donde responderle, es algo que no entiendo, pero no le pregunto nada.

William se adentró a su habitación, Evelyn estaba allí recorriéndola con curiosidad. Ella se acercó a la mesa de noche para observar el marco al lado de la lámpara. Sonrió al ver de quienes se trataba.

—Recuerdo este día — dijo con tono nostálgico. La fotografía mostraba a los tres hermanos, cada uno en ropa de equitación al lado de sus caballos.

—Hay más en la repisa de la chimenea...Louisa las colocó en esos marcos, yo las tenía guardadas en una caja.

Evelyn dejó su bolso, guantes y sombrero sobre la cama y salió del cuarto en dirección al recibidor. William les ofreció té y la siguió para ir a la cocina para poner a hervir el agua, mientras Oliver observaba la vista que tenía el piso hacia el Jardín Botánico. Él se dio vuelta con las manos en los bolsillos, y se quedó absorto por unos minutos, apreciando a su hermana en su propio mundo, perdida en las imágenes que le eran tan entrañables. Sus padres, Candy recostada al cuerpo de Terry y un pequeño con trajecito de marinero, sostenido de sus manitas por su madre. En el otro marco, todos los hermanos alrededor de un árbol de Navidad y el Duque de Granchester sentado en un sillón. Todos sonreían mostrando la dentadura, menos Richard que en esos momentos estaba mudando.

Dear Terry: Nosotros en la tempestadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora