Cuando la felicidad toca la puerta III

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-¿Pasa algo hijo? -pregunta Esteban extrañado-.

Hugo se quedó por su segundo sin palabras, estaba nervioso, no tenía ni idea de cómo expresarse ante su padre.

Esteban por su parte estaba bastante confundido por la actitud de su hijo, no entendía por qué Hugo estaba tan nervioso, en lo único que podía pensar era que él tenía un grave problema, así que se empezó a preocupar.

Lucía regresó a la sala en donde se encontraba su madre y Alba junto con Luciana.

-¿Pasó algo hija? ¿Por qué traes esa cara? -pregunta Marcia un poco confundida-.

Y... ¿Cómo traigo la cara? -dice Lucía sonriendo-.

-¡Pues no sé! Tus expresiones son como de si estuviera pasando algo que no nos quieres decir... ¿Verdad Alba?

Lucía sonrió.

-Así es, Marcia tiene razón tia, miráte no más... ¿Es algo sobre Hugo y Esteban? ¿Por qué se quedaron en el despacho?

‐¿Qué comes que adivinas cuñadita? -Lucía vuelve a sonreir-.

-Ay Lucía, dinos por favor... ¡Dejáte de rodeos! -dice Marcia impaciente-. ¡Ya!

-Pues que Hugo y mi papá están haciendo las paces definitivamente... eso es todo...

-¿¡Estás hablando en serio hija!? -responde la pelirroja emocionada-.

-Sí mama, no te estoy mintiendo...

-Ah, ya entiendo por qué Hugo estaba muy extraño y nervioso... era por eso... -agrega Alba-.

[Despacho]...

-¿Tienes algun problema hijo? -lo interroga de nuevo-.
Lo que pasa es que... eh... eh... yo... -toma un poco de aire-. ¡Yo quiero pedirte que me perdones papá! -expresó con contundencia, como tratando de liberarse de una carga pesada-.

Esteban automaticamente sonrió y se acercó a el, le tocó la mejilla como sinonimo de cariño y lo abrazó fuertemente. El moreno estaba dichoso, por fin estaba haciendo las paces con su primogénito de una vez por todas, ahora sí sentía que la felicidad era completa.

-No hijo, aquí el único que tiene que pedir perdón soy yo. -dice conmovido mirándolo a los ojos-. Yo les hice mucho daño y tenía que pagar por mis errores. ¡Perdoname tú a mi! -volvió a abrazarlo-.

-Ambos debemos perdonarnos muchas cosas, yo por ejemplo cometí muchos errores, quise hacer hasta lo imposible por separarte de mamá y no me daba cuenta que estar contigo es su felicidad, que siempre has sido el amor de su vida, y que tú también sientes lo mismo por ella. Además, fui persona muy soberbia, me dejé llevar por el rencor y la rabia. ¡Perdóname por todo papá!

-Claro que te perdono hijo, puedes estar seguro que nunca he sentido ningun tipo de rencor hacia ti, al contrario, siempre anhelé este momento. ¡Te amo hijo! -en este momento, ambos tenían lágrimas en sus rostros, era un momento muy emotivo para los dos, se estaban reconciliando después de tanto dolor y sufrimiento-.
Sólo una cosa, no quiero salir de este despacho sin que me digas que también me perdonas por absolutamente todo el daño que les causé, a ti y a tu hermana.

-Puedes estar tranquilo... También te perdono papá... -vuelve a abrazarlo‐. ¡Te quiero mucho!

Hugo y Esteban salieron del despacho y regresaron a la sala en donde se encontraban las mujeres de la familia. Los dos llegaron sonrientes y se sentaron en el sofá.

-¿Qué pasa? ¿Por qué nos miran así? -dice Hugo-.

-¿Hay algo que debamos saber? -les pregunta Marcia-.

Atreverse a atreverseWhere stories live. Discover now