17 | "Te quiero"

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La barrera con la que han cortado el acceso a la escalera resulta ser una ingente cantidad de tablas procedentes de mesas y de patas atravesadas y afianzadas a base de clavos que no dejan entrever ni el más mínimo resquicio de la puerta. Es una amasijo tan compacto que a Yoon Gi no le queda más remedio que utilizar la sierra eléctrica que tuvimos que entregar al llegar, y que ya está casi sin batería, para romperlo.

—No deberías venir. —Tae se sitúa a mi lado—. En el centro comercial te dije que no quería tener que llorar por ti.

Sí, lo recuerdo. Fue por Tae Moo. En ese momento me lancé a la vía porque creí que se iba a sacrificar para que yo pudiera huir y casi nos atropellan.

—Y yo te contesté que no te quería abandonar —evoco las mismas palabras de entonces—. Tampoco deseo llorarte a ti.

—Va a ser peligroso.

—Lo sé —acepto—. Pero yo los veo, ¿recuerdas? Soy tu guía.

Sus pupilas se clavan en las mías mientras, de fondo, Lee protesta sobre las pocas armas con las que contamos pero sus palabras me llegan huecas. Me he perdido por completo en esos ojos marrones tan seguros y profundos y me siento como si un imán que cada vez es más potente me arrastrara.

—Nadie se ha preocupado tanto nunca por mí.—Se aproxima, eso sí, con cuidado de no rozarme, y se inclina hasta que noto el sonido de su respiración—. Gracias.

Un fuerte calor se me sube a la cara. Me he puesto rojo, para variar.

—Yo...

Desvío la vista. Me avergüenza que perciba mis nervios porque, más allá de que parezco un tomate, no debe saber que me doy golpes mentales porque no puedo tocarle. Que desearía que las bacterias no existieran. Que quiero abrazarle.

—Lo mismo digo —musito, y añado—: Por algo somos amigos.

—Sí. —La expresión que me dirige es serena pero también resignada—. Por algo lo somos.

Se aparta. Mi corazón protesta pero lo dejo estar. Es mejor así.

—¡A un lado!

El grito de alarma me devuelve a la realidad justo cuando la madera de la barrera se desprende y cae como un plomo en el suelo, levantando una polvareda de virutas y serrín que me obliga a cerrar los ojos y a taparme la boca para no toser. ¡Ay, madre mía! Gérmenes. Virus en el aire. Millones de bacterias de los palos amenazan con entrar en mi torrente sanguíneo. ¿Voy a morir?

—Os recuerdo que ahí fuera necesitamos ante todo y sobre todo serenidad. —Yoon Gi observa el boquete de la puerta, ajeno a mi estado—. Los ruidos llaman la atención de los muertos y también de los afectados por el mal de la locura así que hay ir despacio —explica—. Solo saldremos cuatro. La protección del refugio es prioritaria. Necesito a todo el mundo pendiente de este agujero.

Lee asiente, le alarga una mochila llena de explosivos y comienza a repartir herramientas de defensa. A Yoon Gi le entrega dos hachas, a Tae un bate y un cuchillo largo que se ata al cinturón del pantalón y a mí una especie de hazada que, por descontado, me limito a mirar. Ya tengo suficientes virus en mi organismo procedentes del polvo. No estoy dispuesto a asumir también los de ese trasto.

—¡Oh, pero qué arma más genial! —Tae la toma por mí—. Yo se la llevo, gracias.

Lee parpadea, confuso, pero no objeta nada y Yoon Gi, que ya ha cogido la delantera y no ha dudado en salir, asoma la cabeza por el boquete y nos apremia. De verdad, es un tipo admirable. No parece estar asustado, al contrario que yo, que, aparte de que la obsesión me martillea la cabeza, camino como si en vez de piernas lo que tuviera fueran gelatinas.

APOCALYPSE 《TaeKook》[#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora