10. Rafael

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- ¿Se conocen?

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- ¿Se conocen?

- Sí... - sonríe – tenemos un hijo juntos.

- ¿Tú eres la madre de Rafael? – observa a la mujer y luego al moreno.

Un silencio se formó en la sala de juntas. El moreno jamás pensó que después de dieciocho años, aquella mujer que se presentó en su oficina con un portabebé en mano en el cual iba recostado aquel bebé de un mes, aparcería de nuevo.

- ¿Qué haces aquí, Rebeca? No me digas que tú...

- Así es, yo soy la encargada del área de negocios internacionales de Danier laboratorios.

- Pero cuando contactamos a la empresa hablamos con Leonardo Alcocer.

- Leonardo es mi suplente. ¿Puedo? – señala la silla.

- Sí, claro...

- Una disculpa. – extiende la mano – Rebeca Alfaro, mucho gusto.

- Marcia Cisneros. – toma la mano.

- ¿Marcia...?

- Así es, Marcia, la esposa de Esteban. – sonríe.

- Buenos días – entra – Disculpen la tardanza, tardaron en llevar las copias con las relaciones de los costos. Omar Escalante – saluda a la rubia.

- Será mejor que comencemos la junta de una vez. – se sienta.

La reunión fue larga, estuvieron aproximadamente tres horas metidos en esa sala definiendo detalles para la presentación de la marca española en el país mexicano. A pesar de que el ambiente no fue el mejor, ya que Esteban se mostró tenso todo ese tiempo, se llegaron a muy buenos acuerdos, Rebeca era muy hábil a la hora de negociar y el que tuviera claro como quería las cosas, les fue de mucha ayuda. Al terminar la junta, la rubia se despidió pactando volver la próxima semana para comenzar a desarrollar el proyecto, porque sí, se instalaría en la empresa para supervisar el evento hasta que este finalizara, pero no hubo problema con eso, sino por la forma en la que se despidió de Esteban.

La mujer había besado la comisura de sus labios ¿con qué fin? Ni idea, pero había logrado que la sangre de la pelirroja hirviera y más cuando el estúpido de su esposo se quedara como estatua, por otro lado, el moreno quedó sorprendido, si algo lo caracterizaba era sus expresiones, todo se le notaba y claramente cuando se quedaba en shock, el hombre no movía ni un pelo.

Marcia salió hecha una furia de la sala de juntas y Esteban lo notó, sin embargo, decidió dejarla, la conocía bastante bien y prefería mantener su pellejo a salvo, una vez pasado un tiempo iría a recibir un par de cachetadas.

- Amiga ¿estás bien? – entra después de ella.

- ¡No, Alba! – avienta las carpetas - ¡Estoy que exploto!

AeternumWhere stories live. Discover now